lunes, noviembre 14, 2005

Respuestas a ninguna parte

Tal vez sea el coñac,
o la lluvia que cae sobre este parque
sin principios,
o el desamor que roza el después
y confunde la costa con París,
donde la soledad era un idioma sin turistas.
Tal vez sea el te quiero,
que suena a desconocido
en esta tarde de peleas sin mañana
entre luces, nubes y niebla,
pero el piano y la copa parecen saber
que no habrá mejor
ni después.

Alguien debiera, en esta escarcha cercana,
en este espacio que se nos va sin piedad,
saber de pasión y tiempo. ¿Qué importa si ya pasó
si la ilusión es algo inalcanzable?
Me quedo en la esquina de lo no posible,
me quedo en el lugar de lo inconformable,
en lo inabordable de los pasos a contraluz,
me quedo en el vértigo de lo que quedó,
en la ilusión del blanco desamparado,
en el infinito de lo que uno quiere
enfrentado al azul de lo que no quedó.

Entre el octavo y el noveno piso,
allí nos encontraremos.
En este gravitar que nunca escucha,
rozando el espacio hacia ninguna parte,
buscando otra oportunidad a la existencia,
como si no supiéramos del movimiento
en círculos perfectos
de este universo
que va dejando estelas de nada
en su cuenta atrás de silencio y marea.

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