viernes, julio 28, 2006

Cosas de la poesía

Lleno páginas —ojalá no fuera así—
de palabras que no son mías,
palabras como:
“el silencio acaricia raíces
en la fragilidad insólita del dolor”,

pero el dolor existe, el dolor —terco,
irremediable— subsiste, como los teatros
lo hacen con las obras, igual que las butacas
permanecen junto a las miradas atónitas
de sus transeúntes.
Me gustaría poder, pero no sé,
quiero decir, querría poder describir
cuando aún éramos, o, mejor dicho,
cuando no sabíamos, cuando ni siquiera
intuíamos de qué iba esto.
Cómo son las cosas, cómo son
estas estúpidas cosas de la poesía.


julio 28, 2006

martes, julio 25, 2006

Te dices que no existe

Te dices que no existe
esa tristeza frágil del adolescente,
esa tristeza inefable que enseña
que es necesario morir para estar vivo,
que recorre ruinas y recuerdos
como si alguien —ceniza entre hierbas—
se viera empujado a iniciar
el lento viaje de regreso
y transitara sólo entre noches y lodos,
porque sabe que una palabra tuya
bastará para matarnos.
Para ti una canción —te dices—,
una canción indefensa, una canción
de silencio ya para siempre
en el día sin tiempo y sin pecado,
en el día que cae y se borra y se levanta
tambaleante como un eco
sobre un paisaje inmenso de tragedias sin riberas.
Es la cena de la víspera, y por eso crees
tener la certeza de los que hablan sin decir,
tener la llama de los que dicen sin hablar
y miran a los ojos, de frente,
buscando dividir la noche
hasta que el peligro brinde con nosotros
en el nombre de un recuerdo,
y de su hijo, y del espíritu santo.


julio 25, 2006

lunes, julio 24, 2006

Dicen que esta ciudad

Dicen que esta ciudad
esconde su dolor por las esquinas,
que tras los edificios
los fantasmas separan soledades
de entre animales muertos.

Aquí es donde (casi) sobrevivimos,
como sombras en la canícula
bajo un cielo grotesco,
ocultos entre poemas sin palabras.

Espero que sabrás disculparme
si al llamarte te hubiera importunado,
sólo quería saber si así estás mejor,
si este sol, de una vez, valdrá para ambos,
si pensar ciudad, al fin, no será
imaginar lugares
donde algún voyeur pudiera observarnos.

Pensar ciudad, esconder el dolor
y los fantasmas y sus animales.
Decir ciudad. Perdón si te molesto.


julio 23, 2006

sábado, julio 15, 2006

Como todo el mundo

Como todo el mundo
yo una vez pensé
que era posible viajar sin maletas,
evitar los viscosos valles
de la desazón y el vértigo, los valles
que me hablaban desde una cúpula,
desde la altura
donde todos los juegos son uno.
Uno más entre los demás,
como todo el mundo,
yo he tomado de un trago,
irremediablemente,
toda la noche que podía contener un cuerpo,
y dejé de lado el absurdo
de los pensamientos que me alejaban,
que me llevaban siempre de agujero en agujero.
Si no fuera el tiempo sería el grito
—tu desnudez es el único resplandor,
el único despojo, que no ensucia la luz—,
si no fuera el tiempo sería el grito
y el infinito asustado gritando
como si un intruso reencontrara
en un instante todas las facetas
en el vacío altar de los deseos.
Como todo el mundo
yo una vez pensé que sería bueno
ser uno más, y estar allí
repitiendo frases sin interrogaciones,
y de repente
la mirada iluminada de una pelirroja inmensa
contradiciendo quién sabe qué axiomas,
y Dios observando como uno más,
como todo el mundo.

julio 15, 2006

lunes, julio 10, 2006

Y vienes y vas

Y vienes y vas
—secuencias derrotadas por el tiempo,
periódicos que amarillean— y vas y vienes.
Un lugar distinto, una cama extraña,
unos gestos que nada dicen ya
y que nadie escucha.
Sabes que nunca más podrás quedarte.
Deben existir otras palabras,
(tengo que volver, este no es mi sitio,
tengo que hacer todas esas cosas
que nunca sucedieron,
aquí no quedan sino lugares
de minutos apretados,
momentos desechables frente al dolor).
Igual que cada sol, falleciendo,
no sabes dónde ni con quién estuviste
y piensas que este no es tu sitio
y cada día el sitio es diferente.
Y vienes y vas y vas y vienes,
pero todo eres tú al final de ti
y recoges tus restos al concluir.


julio 10, 2006