domingo, julio 29, 2007

Sargazos



La piel de la noche está hecha de mujer
y de silencio,
como las letras de las canciones que nos unen
y los billetes de ese tren que nunca tomamos.
Yo podría haber sido la memoria
de tus árboles. O eso supongo.
En realidad
no podemos saber lo que no ha sido.
Extraños de un viaje nunca iniciado
yo fui a ti cuando tú regresabas
a la tierra antigua, a la sede del misterio
y la dulzura agria donde el tiempo
parecía no pudrirnos.
La herencia de la noche es un muelle
donde ya no recalan los navíos
y nos amontonamos como sargazos
interpretando escenas imposibles.


julio 29, 2007

sábado, julio 21, 2007

El quinto elemento

Irremediable abandono, culpas de otra edad,
perdidos sólo porque nos diste habla
y la palabra sea muerte al fin.
Debiste ser galerna de otras nubes,
mañanas rojas frente al agua rota
del amanecer, reflejos inmóviles
en armonía de pájaros y aire.
Lo sabemos desde la hoja vacía,
nombres que son fuego y revelación,
ventanas de profundísimas celdas
hacia la tierra donde siempre huimos.
Debiste ser aire de otros lugares,
el quinto frente a los cuatro elementos,
contrapunto de poemas inútiles
este crepúsculo en el que te añoro.

julio 21, 2007

sábado, julio 07, 2007

La casa vacía

Es más grande la casa vacía,
o más pequeña.
Hay medianoches en los rincones,
conejos y ciervos tras las puertas,
hierros y frutos sobre el gres, ahora tan solo.
Me pregunto si las horas cosecharán aquí
ruidos silvestres, gestos, deseos;
si cuando el polvo sigiloso la nutra
los insectos perseguirán nuestros espíritus
por estancias y pasillos.
He de volver aquí cuando me muera,
a tu cuerpo cuerpo, a tu senda senda.
Habré de envolverme con el olor de estos tabiques,
cubrirme con la luz apresada de los ausentes.
He de volver aquí cuando te pierda,
vestirme de este vacío tan grande
o tan pequeño.


julio 7, 2007

domingo, julio 01, 2007

Adolescencia

Estaré donde entonces deseamos,
girando
con la lluvia y la noche,
ligeramente ardiendo.
Botellas en mis sienes el paisaje
junto a aquella sombra en la arena
y la camisa limpia de tus ojos.
Estaré en tu cuerpo de ciprés,
hiriente como puñal,
volando la adolescencia.
Será tierra y alba ahora
y luego árboles lejanos
lamiendo un verano nuevo,
hallándote siempre.
Estaré donde entonces, en cada escombro,
fluvial, apartando dioses y sombras,
ligeramente ardiendo,
sin volver a la vida.


julio 1, 2007