martes, agosto 28, 2007

Músico Albéniz, 2

Puerta veintiuno, y The Boxer sonando
I’m leaving, I’m leaving
y, sí, realmente estábamos yéndonos,
abandonando, sin saberlo, todo
lo que alguna vez fuimos, o creíamos ser,
en compañía de amigos y extraños.

Eran tiempos de hermanos y de largos estudios
y de fortunas en forma de sueños impíos.
Tiempos de Silvia, de Amparo y de Eve
y de otras —no muchas— que no recuerdo
—nos hemos olvidado de algas y de intemperies—
pero que dieron sentido a la música
y a palpitantes noches de quimeras.

Músico Albéniz, 2 es decir años
setenta, la eternidad en la novia,
la morada celeste transformándonos
a cada paso. Es decir hogar,
una paga —corta— el fin de semana
y unos ideales por los que vivir.
Es decir autobús y tocadiscos
y veranos de interminables olas
y guerras lejanas y poesías.

Es mercenaria ahora la limpieza
en esa casa donde el aire se vicia
de incontinencia una y otra noche
y la televisión aúlla sin remedio.
(No quiero llegar a viejo —me digo—,
pero que ellos no me abandonen nunca).

Tal vez era preciso que escapara,
tal vez era preciso
que abandonara aquellos ropajes de verano.

Aunque el fuego aún permanezca encendido
y aquella tenue música —Lai-da-lai— continúe,
Músico Albéniz, 2, puerta veintiuno,
nos hemos quedado lejos del sol.


agosto, 2007

miércoles, agosto 22, 2007

Casi a punto

Las cosas cambian, pero algo ahí nos perdura
—dijiste—, aunque aquí sólo el cristal nos muestra
un lugar diferente.
La vida a veces
son los gestos de un amante inexperto,
la irrealidad gris de una venganza gótica
que nunca deseamos perpetrar.
Y en otras ocasiones
el olor de las terrazas vacías
cuando el alcohol es el último cómplice.
—Tú has sido mi silencio—.
Aquellas guerras nuestras nunca fueron verdad
del todo, o tal vez sí, y la mentira es esta
madrugada de nuncas y palabras ociosas.
Este viejo mundo sigue rodando
dejándonos como poso unos días
y algunas pocas cosas que recordar de noche.
—Tú has sido mi extravío—.
Yo me pregunto si al fin llegará
un viento que borre todas las horas.
Porque el viaje todavía nos lleva
y el instante es eterno
cuando todo es impaciencia de ti
y ya es invierno en los tejados rotos
en el momento de desconocernos,
casi a punto de un último suicidio.



agosto 10, 2007