viernes, noviembre 30, 2007

Ofelia



Tengo miedo, Ofelia,
hace frío
y la fábula cedió su lugar
a un agua de sombras.
Ahora duermes, duermes
y yo te veo dormida en el frío.
Dime, Ofelia, dime si añoras
aquellos lugares de sol y mareas bajas,
si estuviste perdida, tan perdida
y lúcida como la noche y el silencio.

Tengo miedo, Ofelia, y tú,
entre flores de acebuche
y sombras de álamos, flotas.
Verde en la corriente verde flotas
y las gotas se extienden en ti
y rodean tu cuerpo lento y frío
en la lentitud húmeda 

de tu bogar.

Tú venías y partiste, Ofelia,
tendida a la luz pálida de mi casi muerte
entre flores de acebuche.
                                        Dime, Ofelia,
dime qué encontraste en el río,
en el fondo de esa noche
callada ya para siempre.

noviembre 30, 2007

sábado, noviembre 24, 2007

Adagio para cuerda



La tarde vuelve a aburrirse
en la transparencia gris de un orujo
que sabes que no es capaz de salvarte
pero que aún piensas que te ayuda a resistir,
a olvidar ese dolor primigenio
que desde nunca —terco— te persigue.
Debe de ser que no sé ignorar,
que no sé dejar correr el agua,
ser madera fluyendo en la corriente,
luz en la luz del día, ceniza entre cenizas.
Tuvimos que volver
—el enemigo siempre estuvo dentro—,
regresar de la noche de labios compartidos,
de una vez por todas dejar caer el sueño,
descender al fin, callar para siempre
lejos de la llama y la razón.
Después de tantas excusas y humos
nada hay aquí que no sea derrota,
tus manos están frías
y la tarde vuelve a aburrirse
en una morosidad sin recompensa.
Debe de ser que ésta es una de esas luchas
entre aquellos hermosos perdedores
de las letras de Cohen.


noviembre 24, 2007

lunes, noviembre 05, 2007

Lluvia

Caes y caes y estás cayendo.

Sobre las antenas
y las despintadas azoteas,
ahora caes.

Más abajo
cristales y farolas y nosotros
teorizando acerca del dolor,
escudriñando el horizonte
nuevamente.

Desvalidos frente a tus límites
nada podemos hacer
más que observarte, atónitos,
mientras tú, torrentera,

caes y caes y sigues cayendo
arrastrándonos, hojarasca,
hacia la noche.


noviembre 5, 2007

domingo, noviembre 04, 2007

Tú sabías de mí

Sólo una imagen
desdibujada
frente al vértigo todavía.
Quizás las calles y algo a descifrar
de una realidad que sabemos invisible.
Lo demás volver y la materia.
Nadie viene, pero tú eres dichoso:
nadie
es tu idea de la palabra frío,
de ese vacío gris que nos rodea.
A veces es necesario dejar
que todo caiga,
que todo se derrumbe
y encuentre al fin su lugar en el pozo.
Sólo una imagen, me decías,
quizás tu cuerpo practicando el mundo
al lado de nadie, en el incendio
que nos mantiene vivos,
dueños de un lugar donde los árboles esperan,
como la promesa de un buen tiempo,
la promesa de soles cubriendo el mapa
restañando lo irreal de tu estar aquí.
Por las esquinas huimos,
anochecidos,
y queda sólo una imagen desdibujada:
pájaros de niebla abandonando,
sin querer, la escena. Lejos de siempre.
Tú sabías de mí antes de mí mismo.


noviembre 3, 2007