lunes, noviembre 14, 2005

La respuesta

¿Qué querías?
Siempre lo has sabido:
el tiempo está hecho de arena.
¿Qué podías creer? Después de todo
posiblemente terminemos haciendo
lo que todo el mundo. Pero tú…
¡Ah, sí...! querías preguntar
qué quedó. Después de tanto
y tanto, después de lo que diste
y te quitaste, de lo umbrío y lo cóncavo,
de lo que enfrentaste a la luz y a los espejos,
preguntar qué quedó.
Pero algo sí pervivió. ¡Acuérdate!
recuerda aquella playa,
las tumbonas y sus sombrillas, cuando
la arena no era el tiempo. Alguien
que te esperaba, que te está esperando
todavía. Un pintalabios se diluía
en otra humedad, desandando roces
que nunca explicaron por qué nadábamos
siempre en la misma dirección.
Si pudiéramos —te atrevías a decir—,
para concluir siempre con ese terco
“es demasiado pronto”. Déjalo —te contestaba—,
los árboles esperan, siempre esperan.
Los árboles son la espera. Pero tú,
por favor, no dejes que el frío me venza
otra noche.
Vislumbrada la orfandad
tras la ruptura de la mañana,
cuando únicamente resta actuar,
inútilmente quisieras dar un solo paso,
caminar inseguro, al fin,
frente al presagio púrpura. Pero, tal vez,
aún desees, después de todo,
una respuesta. Sólo se me ocurre decir
que quizá únicamente quedó
lo que somos.

No hay comentarios: