domingo, diciembre 31, 2006

En el buró

He estado buscando unos documentos
en el buró de mi padre,
los extractos de bancos, los donativos
a las obras misioneras, las estampitas
y los calendarios de hace diez o veinte años.
El alfabeto son unas páginas desvaídas
donde nunca es posible contener lo sucedido,
y mi mirada,
extraviada sobre los grafos de aquellos tiempos,
es el silencio que nos aleja.
He estado buscando unos documentos
en el buró de mi padre;
como un habitante de una playa invernal
he estado rastreando los hilos de otros días.
La Agencia Tributaria no entiende de sentimientos.



diciembre 31, 2006

sábado, diciembre 30, 2006

En cierto sentido

En cierto sentido somos el escenario de un dolor primigenio; testigos inútiles de una orfandad labrada en la mudez; campos de cultivo de una llaga hecha a medida, como esos juegos del parchís y de la oca, personalizados con nuestras fotografías. Esta noche los ojos tienen el brillo oscuro de la lluvia en reposo, de la lluvia una vez ha concluido su largo viaje, después de horadar tantas cartografías abruptas. ¿Sería posible en esa desolación cambiar el rumbo de la noche con unas simples palabras? Bajo mi piel hay huesos que quieren tener su protagonismo, su lugar frente al sol y los vientos; huesos que sueñan con una música tenue que los capture sin la amortiguación de tanta carne, sin la espesura de tanto miedo. En cierto sentido la fe es la certeza de que mis huesos tendrán su cuota de protagonismo. diciembre 30, 2006

domingo, diciembre 10, 2006

Sobre lo que fuimos

Nadie como nosotros
ha buscado el sentido de sus manos
y ganó con tan poco unos plazos a la vida.
Nadie como nosotros
comprendió tanto
con tan exiguos argumentos.
Y ahora que al fin forjamos
el pacto de la luz trazando laberintos
y buscamos el alma de la palabra
en lo lejano y la cicuta, ahora
caemos en la cuenta
que existe sólo
este paisaje tras la ventana,
que lo demás no es cierto
y que todo será azul a medianoche.
Sobre fronteras y templos todo será azul,
casi como seguir sin más preguntas.
De nuevo, a traición, terminó el otoño,
de nuevo soy sobre lo que fuimos.
Nadie como nosotros, y aquí sigo,
buscándote
en el centro de una ventana
que no existe.

diciembre 9, 2006

jueves, diciembre 07, 2006

Todo bien por aquí

Lo recuerdo cubierto de niebla,
una niebla tersa, una niebla propicia
para extraviar pieles y misterios
y habitar los versos más tristes.
Pero todo está bien por aquí. Quiero decir,
aunque la alquimia donde encierras tus misterios
siga persiguiéndome, y no pueda abandonar
los aeródromos en los que nunca nos despedimos,
todo está bien contigo.

Dios, dame al menos
un viento clandestino, un viento de helicópteros
y apocalipsis, de estrellas azules
y calendarios de contrabando, más allá
de este dolor de sílabas y papeles arrugados.

Y es Valencia, y esto es el tiempo que no pasa
y mis manos transparentes como una habitación de hotel
y el silencio que nos une en su perfección sumergida.

Allá arriba hay ruinas que todo lo saben
y un lenguaje que es verdad. Aquí
tu rostro ya no es el tuyo, y el poema
es un mapa tallado en una roca que no existe
pero que llueve.


diciembre 6 y 7, 2006

domingo, diciembre 03, 2006

Un lugar en el norte de Ontario


                                                                                 Helpless - Neil Young

Paisaje de persianas echadas.
Una canción de Neil Young
trae imágenes
de un hogar lejano y frío
con ventanas azules
y pájaros altísimos como cometas;
imágenes verdaderas igual que humo,
ese humo que huele
como dicen que huelen los recuerdos
cuando el silencio nos visita.
Yo sigo allí, donde el amor
las canciones afirman que es más real,
el faisán inerte de una pintura embalada
en los sótanos de un museo.
Y tú, supongo,
no estás más que en estas palabras.
Nada de esto es luz, lo sé,
para beber en ti las estrellas
hablo de un viento que desconozco
y de sueños que partieron olvidándonos.
Nada de esto es luz,
pero la música nos permite imaginar la llama,
porque, después de todo, es cierto,
hay un hogar en el norte de Ontario.

diciembre 3, 2006

viernes, diciembre 01, 2006

Inventario de necedades

Después de todo,
tal vez no queden más
que unas pocas canciones,
un mucho no saber por qué
y ese no haberse atrevido.
Tantas y tantas cortapisas
que nos hemos ido imponiendo
sin saber muy bien cómo,
porque algo dentro nos señalaba
–conciencia o inconsciencia–
que ésa era la dirección.
Unas pocas cosas ganadas
cuyo valor cada vez encontramos
más y más dudoso,
y otras muchas perdidas
que cada día nos van pareciendo
más primordiales.
También, claro, estás tú. Tú y yo
y esa forma absurda en la que nunca nos quisimos.
También los hijos, indudablemente,
y ahí todo el amor, y ahí
toda nuestra esperanza de más y mejor,
eso que ahora sabemos
que nunca se trató de hacer fortuna.
Algunos buenos recuerdos que nunca se repitieron,
haber intentado, inútilmente, olvidar
algunas malas experiencias y muchos errores
que en realidad a nadie importaron
y que sólo a fuerza de convivencia
hemos logrado allanar.
Y ya es la prisa una cita sin fecha
pero que, puntual, llegará para siempre.
Después de todo,
tal vez no queden más
que unas pocas canciones,
un mucho no saber por qué
y ese no haberse atrevido.

noviembre 30, 2006

martes, octubre 31, 2006

Intento de asesinato

Se me ocurre que ahora,
a pesar de nosotros,
podría ponerme a escribir. Escribir,
por ejemplo, —no soy original, lo sé—
del modo extraño en que tantas cosas
podrían haber sido
y quedaron lejanísimas, extraviadas
en ese lugar pantanoso
que es la memoria. O escribir
—sin que sepa muy bien por qué—
de la aspereza antigua
cuando caigo en la cuenta
de lo que hubiera podido decir,
o callar, tal vez, si hubiese apretado
con fuerza los dientes
y en silencio hubiese resistido
los embates de las ideas
y sus tristes argumentos. Escribir
para terminar repitiendo
este intento de asesinato
que sigue siendo la escritura,
la anacrónica inocencia que alguien
—ridícula, tercamente—
persiste en hacernos creer
que continúa siendo necesario,
cuando sabemos bien
que no es más que otro truco:
la ráfaga de viento
que por unos instatntes zarandea
—apócrifa ilusión—
a unas sábanas tendidas.
Escribir,
haber dejado a un lado el miedo
que dio vida a esta muerte
para terminar comprendiendo
que nada quedará.

octubre 31, 2006

domingo, octubre 22, 2006

Pequeño poema perdido (canción suicida nº 5)

Mes de julio,
mientras los coches vienen y van
como las llamas en los resecos pinares;
cuando el instante no tiene dueño
y uno intenta ponerle nombre a su vida
pulsando un deseo remoto
escurrido en el tiempo.
Mes de julio,
en el caer de la noche,
para no decir abismo
y dejar que la escritura –aún misterio
y laberinto– hable por sí misma.
Despacio, después de tantas tardes,
después de tanto olvido.
Si ya no esperas más de ti.

julio, 2006

sábado, octubre 07, 2006

Sueños no dormidos

Te busco
–demolición de agua, danza de moradas al viento–.
Fue certeza la piel y el mar midiéndote
como la noche piloto de duendes, vagando dragones.
Gaviotas del reposo en las cimas,
te busco.

He de hallarte.
De los sortilegios escalo barandas,
días como señal he dejado, señuelos en las redes.
¿Serías posible tú –luz nival orbitando mi noche–,
serían posibles los bosques agitando nubes sin ti?
He de hallarte.

Te hallaré.
Habrá barcos con altas banderas como perfume de otoño,
estallarán las olas tras nuestros pasos, sueños no dormidos.
Porque nadie –tú menos que nadie–
se atrevió a decir que ese fruto germinó de las lágrimas
de una mujer enamorada,
te hallaré.

octubre 7, 2006

viernes, octubre 06, 2006

La tierra blanca

Me pregunto si este lápiz que alguien dejó aquí olvidado
repetirá algún día estos gestos, si este lápiz desierto
abrirá alguna vez tus ojos, y si este papel
consumará la ceremonia tocando de nuevo, reiterando
las mismas sombras, como quien, sobre esta tierra blanca,
intentase encontrar el poema
y no pudiera más
que dejar correr el tiempo.


octubre 5, 2006

viernes, septiembre 29, 2006

Sueño febril

Acechan con certeza —tibios y derrumbados—
los días escritos. Acecha aquella mujer
—cópula incansable—
que toma sus armas y elige,
tan largo como fue el descubrimiento.
Aquella mujer que te escala y se vierte,
derramándose siempre entre niños
que ahora son tú. Inmensamente tú
—identidad de laberinto,
apenas repetición de lo no nombrado—.
O tal vez sea nunca. Decías
que era ya para nunca. Decías algo así
como lágrimas buscando unos ojos.
Decías una sucesión de lluvias
enteramente secas. Límites
donde te juro que no hay final.

septiembre 29, 2006

domingo, septiembre 24, 2006

Nevus

Dicen que al final, como la noche,
la música busca refugio en el silencio,
que allí –viento detenido–, de nada sirven
ni el miedo ni las letras. Y te diluyes,
de a poquito, en el nunca-tiempo-cero
dicen que te diluyes de a poquito.
Hay un nombre en esa hora
delante de la vida, un nombre
más allá del poema
que ofrece su sueño por volver.
Quién sabe entonces qué destrucción vendrá.
Esta noche
–melanocitos corriendo por mis venas
siguiendo el camino de Cassidy, la cantante–
he visto mi mano saludando a Dios,
mi mano sucia de tanta vida,
diciendo infinitos que no he visto,
mi mano vacía, triste,
ahora que la noche se evade en tu mirada
como una limosna.

septiembre 24, 2006

sábado, septiembre 16, 2006

Habrá que sabernos de nuevo



Habrá que sabernos de nuevo,
desocultos de toda sombra,
de toda manera de estar.
Sabernos
mutuamente nosotros,
donde siempre estuvimos.
Porque aquí crecen las reliquias
en una noria que empuja nubes misteriosas
e irrepetibles, nubes que crecen y te dicen
y te preguntan, por ejemplo,
si sabrías, por una última vez,
conservar algo de aquella espuma,
si ahora que eres malva
como la ley de tus paisajes
sabrías retener el mar
en su más y más silencio,
en su sólo lluvia o todo,
donde no elijo.
Habrá que saber, y no sé. No sé.

septiembre 16, 2006

miércoles, agosto 30, 2006

Imprecisiones

Mientras cae la tarde
recuerdo aquellos días
diferentes y tan iguales a éstos
que ahora nos recorren.
Nada ha cambiado
-el poema no dice nada ahora-
pero todo es distinto,
porque el tiempo se empeña en ir mutándonos.
Hablo de un mes calcinado que muere
junto a maletas y bolsos vacíos,
equipajes deshechos
y pieles en mudanza de serpiente;
de un mes de ángulos y fotografías
que pronto sabrá qué es
casi morir sin nombre ni memoria.
Quiero tener la herida y retenerla apenas
el tiempo de un cigarrillo en tus labios,
hoy no quiero saber dónde me encuentro,
de agosto no se sobrevive sin cicatrices.


agosto 30, 2006

La metáfora sigue

Cuando ya no hay nada que compartir,
todavía sustancia frente al tiempo,
destituida, quizá, de su conciencia,
la metáfora sigue.
Tú has visto cómo se quiebra un poema,
tantas y tantas veces
sin remordimientos los has destruido
para que también las palabras sean,
en esta soledad, sólo memoria.
La inmortalidad no es fácil, lo sabes,
por eso te preguntas a menudo
por qué no bastará con la lectura.
Ahora nada es igual y lo es todo,
después será el pasado,
secretos sin sentido solamente,
los abrazos nocturnos de lluvia y dormitorio
al ritmo cansino de la rutina.
Todavía muerte frente al silencio,
la metáfora sigue.


agosto 30, 2006

lunes, agosto 28, 2006

S.P.Q.R.

Tal vez estas ruinas contra los siglos
se mantengan aquí,
en una geografía sin tiempo,
para hacernos sentir un poco de ellas
y así extrañemos
la certidumbre absurda del nosotros
y seamos distintos y los mismos.

A veces estos días también vienen
—días de la celebración unánime,
salmodia de los años por venir,
días de la inocencia sin futuro
y el beso y la sonrisa acelerada
en los que nada podría dañarnos—.
En estos días yo quisiera otro yo,
otra materia
que pudiera fundirse con la estatua.

Están locos estos romanos —dicen—
aunque no fuera eso y también lo fuera
y las legiones y el senado y el pueblo romano
lo contradigan. Porque
hay señales que puedes ignorar,
apartarlas de ti como si nada,
mas, a tu pesar, sucederá lo sucedido,
todo tú está en esas estatuas grises
que hoy contemplas con un asombro falso.


agosto 27 y 28, 2006

lunes, agosto 21, 2006

Toño dice

Toño dice que un lienzo en blanco es un abismo, un abismo
del que el artista nunca sabe si logrará salir; que pintar bonito —sus ojos encendidos con esa media sonrisa y su acento ya casi canario—, eso vende, pero no es Pintura. Toño dice que rescató a Maya —creo recordar que así se llama su caniche— de sus últimos días en una perrera; que es un maestro friendo alitas de pollo y que a ver si le escribo algo para su libro (cualquier cosa, algo breve sobre la amistad, por ejemplo). Toño dice, y en el salón de su casa de Valencia, colgado junto a recuerdos de la África misionera, un vasto mar muestra sus primeros reflejos a la madrugada.
Y el mar nos dice.


agosto 21, 2006

viernes, agosto 18, 2006

Ven

Ven,
hay una extinción
que no es la nuestra,
una extinción
donde los dos somos el poema
y el poema no es
la habitación del delirio,
ese lugar donde hace falta irse
para seguir aquí,
donde no hace falta destruir
para volver a lo cierto
—ese castillo donde nadie habita
y el negocio somos nosotros—.
Nosotros,
¿en qué muerte —dime—
moriremos nosotros?. Ven,
hay un idioma
en el que la palabra adiós
no existe.


agosto 18, 2006

miércoles, agosto 09, 2006

Con bayoneta

Pongamos que es agosto, que es agosto
y no tienes que ir a ninguna cita
de números o de secretaria,
supongamos que entonces aprovechas
—en realidad te comprometiste—
para hacerte cargo —sólo unos días—
de tus mayores.
Pongamos que te mira fijamente,
que ella te mira
y sabe quién eres, y sabe quién
no eres. Y entonces,
como si un fusil de repetición,
te pregunta si acaso tú supieras
qué fue de aquel hijo, su hijo menor
que tanto le iluminó aquellos años,
ese hijo que hoy en su mente no eres tú.
Pongamos que tienes que recoger
—no hay más remedio—
las bragas húmedas y las compresas
desplomadas al lado del bidé
e intentas el imposible de obviar el hedor,
el imposible de limpiar con el fregasuelos
y la lejía
esa pregunta que su mente lúcida
te dejó clavada con bayoneta.


agosto 9, 2006

viernes, agosto 04, 2006

El poema asesina a la tarde

El poema asesina a la tarde,
el poema te corrige, piensa, vive solo
y cree sólo
en lo que no es abismo y tiempo.
El poema sopla una trompeta con sordina
donde no hay razón, verbo para esta ofrenda,
para esta ofrenda en la que tú aún estás allí,
en la habitación sin paredes, balbuceando,
diciendo nada,
porque el poema no se deja ver,
porque el poema no nos deja vernos.
Y he aquí que los ángeles escogieron marchar
y he aquí que ya sólo hay cadáveres,
y aunque estemos alejados del frío
no es posible volver a amar.
El poema es la razón.

agosto 4, 2006

viernes, julio 28, 2006

Cosas de la poesía

Lleno páginas —ojalá no fuera así—
de palabras que no son mías,
palabras como:
“el silencio acaricia raíces
en la fragilidad insólita del dolor”,

pero el dolor existe, el dolor —terco,
irremediable— subsiste, como los teatros
lo hacen con las obras, igual que las butacas
permanecen junto a las miradas atónitas
de sus transeúntes.
Me gustaría poder, pero no sé,
quiero decir, querría poder describir
cuando aún éramos, o, mejor dicho,
cuando no sabíamos, cuando ni siquiera
intuíamos de qué iba esto.
Cómo son las cosas, cómo son
estas estúpidas cosas de la poesía.


julio 28, 2006

martes, julio 25, 2006

Te dices que no existe

Te dices que no existe
esa tristeza frágil del adolescente,
esa tristeza inefable que enseña
que es necesario morir para estar vivo,
que recorre ruinas y recuerdos
como si alguien —ceniza entre hierbas—
se viera empujado a iniciar
el lento viaje de regreso
y transitara sólo entre noches y lodos,
porque sabe que una palabra tuya
bastará para matarnos.
Para ti una canción —te dices—,
una canción indefensa, una canción
de silencio ya para siempre
en el día sin tiempo y sin pecado,
en el día que cae y se borra y se levanta
tambaleante como un eco
sobre un paisaje inmenso de tragedias sin riberas.
Es la cena de la víspera, y por eso crees
tener la certeza de los que hablan sin decir,
tener la llama de los que dicen sin hablar
y miran a los ojos, de frente,
buscando dividir la noche
hasta que el peligro brinde con nosotros
en el nombre de un recuerdo,
y de su hijo, y del espíritu santo.


julio 25, 2006

lunes, julio 24, 2006

Dicen que esta ciudad

Dicen que esta ciudad
esconde su dolor por las esquinas,
que tras los edificios
los fantasmas separan soledades
de entre animales muertos.

Aquí es donde (casi) sobrevivimos,
como sombras en la canícula
bajo un cielo grotesco,
ocultos entre poemas sin palabras.

Espero que sabrás disculparme
si al llamarte te hubiera importunado,
sólo quería saber si así estás mejor,
si este sol, de una vez, valdrá para ambos,
si pensar ciudad, al fin, no será
imaginar lugares
donde algún voyeur pudiera observarnos.

Pensar ciudad, esconder el dolor
y los fantasmas y sus animales.
Decir ciudad. Perdón si te molesto.


julio 23, 2006

sábado, julio 15, 2006

Como todo el mundo

Como todo el mundo
yo una vez pensé
que era posible viajar sin maletas,
evitar los viscosos valles
de la desazón y el vértigo, los valles
que me hablaban desde una cúpula,
desde la altura
donde todos los juegos son uno.
Uno más entre los demás,
como todo el mundo,
yo he tomado de un trago,
irremediablemente,
toda la noche que podía contener un cuerpo,
y dejé de lado el absurdo
de los pensamientos que me alejaban,
que me llevaban siempre de agujero en agujero.
Si no fuera el tiempo sería el grito
—tu desnudez es el único resplandor,
el único despojo, que no ensucia la luz—,
si no fuera el tiempo sería el grito
y el infinito asustado gritando
como si un intruso reencontrara
en un instante todas las facetas
en el vacío altar de los deseos.
Como todo el mundo
yo una vez pensé que sería bueno
ser uno más, y estar allí
repitiendo frases sin interrogaciones,
y de repente
la mirada iluminada de una pelirroja inmensa
contradiciendo quién sabe qué axiomas,
y Dios observando como uno más,
como todo el mundo.

julio 15, 2006

lunes, julio 10, 2006

Y vienes y vas

Y vienes y vas
—secuencias derrotadas por el tiempo,
periódicos que amarillean— y vas y vienes.
Un lugar distinto, una cama extraña,
unos gestos que nada dicen ya
y que nadie escucha.
Sabes que nunca más podrás quedarte.
Deben existir otras palabras,
(tengo que volver, este no es mi sitio,
tengo que hacer todas esas cosas
que nunca sucedieron,
aquí no quedan sino lugares
de minutos apretados,
momentos desechables frente al dolor).
Igual que cada sol, falleciendo,
no sabes dónde ni con quién estuviste
y piensas que este no es tu sitio
y cada día el sitio es diferente.
Y vienes y vas y vas y vienes,
pero todo eres tú al final de ti
y recoges tus restos al concluir.


julio 10, 2006

domingo, junio 25, 2006

No saber de ti

Cansado ya por no saber de ti,
de no encontrarte
en el otro lado de los párpados,
cansado de recomponer escombros
y materiales de desguace
escuchando a los pájaros de la noche.

Pero pienso que este buscarte,
que estas cicatrices como vendas,
no son sino una razón
–verdadera o estúpida, inteligente o falsa-
para justificar,
para buscarle un sentido a este tránsito.
Es una obscenidad, entonces,
esto de saberme sin ti,
este horizonte vano y salobre
de vivir en la suerte de no haberte conocido.

Cansado de aquello de lo que no hablaremos
y que yo ya nunca podré entender,
de ese pasado, también, que no puede,
que nunca podrá, ser diferente.
Entre silencios que dirían más,
cansado ya por no querer saber de ti.

junio 24, 2006

miércoles, mayo 24, 2006

Palabras para Eva

(Para Eva Cassidy, en memoria)

Quedan cantos intactos de tan libres;
quedan arpegios de guitarra
nacidos entre nieves perpetuas;
queda también saber de lo fugaz
y de palabras de ida y vuelta,
sin abalorios, como si alguna vez
llegásemos a nombrar.

Y todavía existe estar, ser en ti,
no el consuelo antiguo de lo cercano
y la temperatura
subiendo y bajando un goce efímero
por orden de la costumbre.
Y te recuerdo,
para ti, de cerca, entre hojas de otoño
y un sol naranja y oro
creciendo flores con el universo.
“El tiempo es el mejor cicatrizante”
—dijiste—, y yo sin saber por qué
tu voz desandándome como si anduviese,
rajándome como si fueras El Poema.

Habrá nieblas en el alba,
árboles lejanos, telarañas y señales
en la luz de lo que fue y es
y envejece, a punto de sangre,
sin barandas. Y esto de ahora,
detrás de nadie, no será. No será,
pero si lo fuera, que lo fuera en silencio
y tu voz sea el silencio que cuente la historia.


mayo 23, 2006

viernes, mayo 19, 2006

Hombre que dice adiós

No cae la lluvia de este cielo de goteras,
no se extingue la noche bajo la luz del alba,
no habrá más palabras que entretejan sus raíces
en esta tierra sin verbo ni asomo de asombro.

Dijimos que la vida tenía las facetas
de un poliedro vencido,
que cada misterio nunca exhibía
definitivamente sus razones.
Lo intentamos,
ignorantes del mundo y sus designios,
poseedores de quimeras, a tientas,
lo intentamos,
aunque no supiéramos decir nada.

Si has decidido al fin partir,
limpiar el salitre de tus alforjas,
renunciar a tus rastros venideros,
si de verdad te irás, llévate contigo
la canción sin palabras de tu lluvia,
tus brazos siempre cerrados
de tan abiertos, el bosquejo sinsentido
de ti mismo. Si decides marchar,
desistir de este tiempo de desguace
con la culpa de lo extraño en tu frente,
aquí y ahora, llévate tu pedantería
y tus boletos hacia cualquier otro lugar
donde no existan orden ni sintaxis
frente a todo. Ten dignidad, di adiós,
que ésta sea tu última sacudida.
Serás entonces
el derroche más inútil,
el sintagma vacío,
porque ya no escribes.

mayo 19, 2006

lunes, mayo 08, 2006

Para que no me recuerdes

Estabas durmiendo
en la ignorancia más luminosa.
Bajo una calma sin principios
enmendabas ancestrales liturgias.
Estabas resquebrajándote
en otra pérdida,
trazando mapas sin tesoro
contra el inevitable legado del futuro.
Antes de emprender esta travesía
de extinción lenta
negabas todo nombre.
Estabas agotando
—como cada día— tus últimas dosis
alargando una sombra sobre la razón,
pero la razón —siempre lo supiste—
era un caballo sin rumbo y sin amo.


mayo 7, 2006

martes, abril 18, 2006

Un daño lento



Por ver si aquella imagen me abandona
rescato tardes y tiempos quemados
y en cada vaso bebo aquellos otros vasos
perdidos en un rastro de azules y siluetas.
Ahora que en el día la sombra te arrincona
frío adentro, y en ella eres más tú
—o lo somos, tal vez, en una soledad
que ya no es la nuestra—, tercamente
insistes en cambiar memorias. Pero
hay un daño lento, un daño paciente
y minucioso que tendrá lugar
allá donde habitó el deseo.
Y la lluvia une a las tuyas sus fuerzas
por ver si aquella imagen te abandona.

abril 18, 2006

lunes, abril 17, 2006

Alguien en el otro lado



Hay alguien
en el otro lado de estas palabras.
Entre fragmentos y ecos de sí mismo
y una memoria varada, hay alguien
que busca, que necesita cumplir
un rito ancestral
que dé sentido a signos y lenguajes.
Dicen que los versos nacen en la soledad
de un aire intruso, sobre huellas de fantasmas,
pero aquí y ahora, esto que escribo
es una cicatriz, una contraseña sin mensaje
de alguien que comienza a morir su muerte
mientras la muerte, inclemente y absurda,
decide dejarle para el final,
como si no fuera bastante aún.
Porque esta realidad es una ilusión,
un espejismo,
cosas que no me pertenecen
y que existen sólo porque las pienso.
Y luego están
los pasos que andamos sin dirección
entre sacos de miedo. Y todo el gasto
en unas pocas células, esas pocas células
leves y exhaustas, que reniegan ya
aunque sepan de ti en el otro lado.


abril 13, 2006

jueves, abril 06, 2006

Día quinto

Abril dos mil seis, día quinto.
Nada existe
salvo tus cárceles
y la protesta ilegible que a golpes
va deletreando el pozo y su tinta
apolillada.
Tiempo inocente para una sed antigua
—cadenas y píldoras y niños
empujando hacia territorios quemados—,
tiempo anticuado de manuscritos interruptus
esparciendo su conciencia en el sol naciente
y su música vegetal.
Día quinto, abril dos mil seis,
bajo un cielo adorablemente tísico:
lugares como fantasmas que dicen adiós
y quizá estén diciendo
(quizá siempre me hayan dicho)
otras cosas que nunca entendí.
Un indicio más,
como una fotografía sin recuerdos
entre cosas y luchas que ya no conozco
en esta cacería incomprensible y minuciosa
de habitaciones lentísimas
porque nos supimos cuerpo y verbo.
El acompañamiento, por favor,
de viento, percusión y cuerda.


abril 5, 2006

viernes, marzo 10, 2006

Un lugar cercano



Consumido el incendio
el tiempo se ríe de ti,
tanto que ni pasar ya quiere.
Y de repente, en un día cualquiera,
cuando las inmensas nubes se asoman,
el volver de aquellas tristes cenizas
perdidas entre el limo de la noche;
vestigios ya sin rostro pero con nombre aún.
El tiempo se ríe de ti
—y se levantan los velos, y las copas estallan
hechas trizas en el fondo de las sombras—,
tanto que pasó de largo como el invierno,
tanto que no lo cuentan los números.
Mujer como tinieblas,
no volveré ya más a remover
aquellos silencios no consumados.
Pero qué limpio, qué brutalmente limpio,
qué limpio todo ahora,
tanto que ni pisar ya quiero.

marzo 10, 2006

martes, marzo 07, 2006

Ni un indicio


Todo lo que he vivido,
todo lo vivido
por aquéllos que me precedieron,
me ha llevado hasta aquí.
Cientos y cientos
de cargas genéticas combinadas
—generación tras generación—
para llegar al desamparo de las palabras
que ahora vuelco en este papel.
Tortuoso y estéril itinerario
hasta llegar a esta hora precisa
en la que todos los vislumbres,
cerrando el círculo de lo desconocido,
me conducen hacia un futuro cierto
de eslabón hacia ninguna parte.
No existe aquí olvido del ser.
No existe aquí
pavor alguno frente a la infinidad.
No me restan ya
guerras que redimir en esta tierra.
Pero aquí continúo,
en la sinrazón del estar vivo,
sin saber
después de qué muerte existe otra vida,
intuyendo
que todos los números son el número
y todas las bestias una.
Sabiéndome solo,
llegado al absurdo de conocerme portador
de un germen primigenio. Solo
—despiadadamente solo—
escribo porque no puedo evitarlo.

En la larga y blanca noche
ni un indicio de ti.


marzo 7, 2006

lunes, marzo 06, 2006

Daba risa verte



Daba risa verte, sentirte lejana
bajo la luz última. Y tus lágrimas
en las mejillas quemando
la ilusión no poseída.
Y huyes, huyes sin irte,
sobre mi desbocado cuerpo, huyes
hacia el momento de los labios,
donde tener o ser tenido
es el sagrado himno de la devastación.
Y en otro instante decir, añorar
la sinrazón al fin del estar vivo
y repetir otra vez que era el viento
olisqueando, quizá, otra presencia.
Daba risa verte.


marzo 6, 2006

domingo, febrero 26, 2006

Una botella sin mensaje

A veces veo nuestros pies unidos
por una soga. Intentando escapar
una y otra vez la tensamos
y una y otra vez consiguimos sólo
el dolor de la piel en carne viva.

Qué difícil aceptar este oficio
de desahuciados
sin lanzar un mensaje de socorro
a la flota entera,
qué difícil resignarse a este amor
sin gritar, empapado,
que cese de llover
para que pueda de nuevo llorar
por lo impreciso y bello
de una pérdida aún no tenida.

Extraña historia ésta de masoquistas
y niños que esperan su regreso
como si fuesen nubes
mientras nos aferramos,
como pájaros temblorosos,
a la tibieza de un cable en la intemperie.

Somos lo mismo porque no somos,
y este amor enfermo,
arquetipo de nuestro desamparo,
reclama un cuerpo, una carne sin afueras,
un mismo horizonte sobre esta tierra salvaje
que con cualquier excusa nos disipa.

Extraña historia ésta
en la que todas las cosas que hicimos
nos separan,
pero esta terca soga no se quiebra
por más antiguo que su dolor sea.


febrero 26, 2005

jueves, febrero 23, 2006

Absurdo



Absurdo
como haber llenado los bolsillos de versos y remiendos
y no saber de qué otro modo poder seguir tirando
una vez que las estrellas y los circos
se desvanecieron.

O como haber pasado una guerra
y en el blanco y negro posterior deambular entre líneas
con las armas intactas, sin enemigo ni bando propio,
deseando abandonar los adjetivos.

O como haber sido, y ahora bajar
para continuar bajando, a contrapié,
hacia un tiempo de palabras disecadas y árboles
que a coro recitan despedidas suplantando todo
hasta convertirse en ti.

Tan absurdo
como decir “te quiero”
o “hagamos el amor”.
Son sólo ejemplos.


febrero 23, 2006

miércoles, febrero 22, 2006

Contra ti



Contra ti me he vuelto un ser civilizado
como dicen que son
los adverbios y las preposiciones.
Mientras afuera cae la vida, contra ti
he visitado la luz como sólo la noche sabe.
Contra ti he recompuesto el escalofrío del invierno
y he llegado, como la madrugada, despacio,
donde dicen que el bosque, celoso,
guarda el nombre de sus dioses.
Contra ti, y a pesar de ti y del miedo definitivo,
he hablado de lo posible.
A lo mejor esto ya no cabe entre nosotros.


febrero 22, 2006

lunes, febrero 20, 2006

Te he visto

Envejecemos de repente y a traición,
dejando atrás todo lo que no hicimos.
Dentro de nada
discretamente saldremos,
discretamente abandonaremos
las cuatro cosas
que una vez tomamos como nuestras.
Dentro de nada —y como si nada—,
todo volverá a su sitio.
Pero en ocasiones pienso que no es verdad,
que no es cierto que pasara el tiempo,
que tú eres aún aquella muchacha
que me llenaba el cerebro de pistas
hacia una vía muerta
hablándome de un dios
que esperaba algo más de nosotros.
Y no puede ser cierto
porque yo te he visto hoy,
en el límite de las preguntas,
al oeste del miedo y de las cicatrices.
Te he visto hoy, más cierto
que esas cincuenta horas semanales,
cuarentaiocho semanas al año
de los últimos veinticuatro años. Te he visto,
aunque esta noche impune persista
más allá de la oscuridad
y todo sea ahora
la mirada perdida de un perro
frente al cadáver de su amo.

febrero 20, 2006

domingo, febrero 12, 2006

Sucedía



Hemos soñado el dolor y la pérdida
y las brasas cesando su desconcierto último.
Hemos sabido de fechas y voces
y de nombres esculpidos de huida.
Pero hoy es otro el tiempo que me nombra,
otra la muerte diaria, otra la luz
en las venas que nos conoce
en su silbo de nieve y campanas.
Desesperadamente aquí recuerdo,
recuerdo o lloro, quizá, la desaparición.

Sucedía. Nada más. Sucedía.

febrero 12, 2006

Otra insoportable levedad

Hoy has decidido
dar una nueva oportunidad a las palabras;
cincelar lentamente tu biografía de duna
amontonando instantes; repasando
eternidades de precio tasado junto a
un DVD de alquiler y un cuenco de palomitas;
inventariar momentos para, más tarde,
desear saber cómo enterrarlos.

Dar una nueva oportunidad a las palabras,
anotar, una vez más —como si siempre
tuviésemos algo que decir—, tu nombre
entre el vacío y los acres vaivenes del deseo,
preguntarte qué pasaría si, de una vez,
dejases que el viento decidiese por ti,
si abandonases, al fin, lo que la marea, terca,
va devolviéndonos día tras día.

Nada desconocido es revelado aquí,
estas palabras no saben —nunca han sabido—
desvelar ninguna verdad eterna. En realidad,
hace tiempo que lo supiste:
nadie es capaz de explicarnos (de explicarte)
dónde está —o qué es— la verdad,
explicar de qué va esto.

Las sombras van cayendo sobre las horas
mientras los dados ruedan y ruedan
sobre un fieltro de probabilidades,
explorando los peligros de conocerte,
de darte nuevas oportunidades. La vida
—más vieja que todos nuestros lamentos—
continúa del mismo modo que nos alumbró.
En la oscuridad de las cavernas,
la mórbida levedad de las palabras.


febrero 12, 2006

lunes, febrero 06, 2006

Otro



Yo no soy el que, terco y minucioso,
va componiendo un rastro de papeles
y tintas de derrota.
Es otro
el que cada día sobrevive a los combates
lamiendo con palabras sus heridas.
Otro el que escribe y cae
y continúa en pie.

Mis versos, sin tapas pero con fechas
y remiendos, están hechos de lluvia
y en ella terminarán diluyéndose
tras la falta de pago de un portal
o el ataque de un pirata informático.
Regresarán entonces, sin remedio, al vacío
del que surgieron.

Pero quizás sea mejor así,
quizás sea mejor
dejar de convocar a estos fantasmas;
quizás sea mejor
abandonar esta búsqueda absurda
de antigüedades de caligrafía,
esta búsqueda ilógica en la que otro,
sin saberlo, va dejando la vida.

febrero 6, 2006

miércoles, febrero 01, 2006

Górecki – Sinfonía Nº 3



La niebla es fría y fluye
irremediable
en esas notas, en esa voz
que persigue un eco ininteligible.

Los años picotean las entrañas
dejando tras de sí
una ausencia de vidrios en el estómago
y de amaneceres indescifrables.

Y es una locura nueva esta noche
el viaje hacia la simetría de su hondura.

No logro trasladar al papel
el estremecimiento de esta música,
de cualquier otra música. Así que
estas palabras
no son más que el fracaso de la palabra,
su transcurrir
hacia el ruido sin suturas del silencio.

Pero aún me está dado aullar,
derrumbarme junto con todos los vocablos
hasta hacerme silencio,
necesidad última
fuera de toda salvación.

febrero 1, 2006

lunes, enero 23, 2006

Danza la noche



Danza la noche
trazando arcos sobre un invierno obsceno.
Danza la noche lejana y sola
rememorando
el ansia letal de bajarse del tren
para conquistar sus orillas blancas.

Y tú debes hacer lo que siempre temiste,
lo que no ha cambiado ni cambiará:
ahora —de repente y sin excusas—
cuando eres légamo que ya no importa,
sabes que deberás romper el ruido.

Desnudo, aunque en la claridad aún,
danzas en la noche lejana y sola.
Hablas, y sin embargo es el silencio;
escuchas, pero nadie dice nada;
hablas y hablas, e inútilmente hablas,
pero sólo pronuncias
proezas y augurios como pretextos
desbaratados.

¿Quién hubiera sabido de penas movedizas?,
¿quién hubiera sido o quedado intacto
y todavía no sabiendo nada?

Danza la noche, y tú
dices todo deprisa,
con la vida arreciando
desde un silencio sin letra. Deprisa
danzas en la noche lejana y sola
como si la brasa en la noche azul
esperase un último resplandor
antes del frío.

enero 23, 2006

martes, enero 17, 2006

Aún más, todavía más



Donde las cinturas trazan
una espesura derramada
y la infelicidad,
como cuello frente al hacha de paz,
espera y entiende, sin importar qué.

Más:
si, tristes, dos labios contra dos labios
—galopes al aire— abren un campo
de caracoles veloces
y memoria
donde el jardín y la luz siempre, siempre.

Aún más:
si anegarse inmenso de ojos y silencio
y escucharse azul, grito ahogado
corazón horizonte aire noche
y la respuesta brujo recién nacido
en un salón de lucernas
dichoso como un vals
cuando el instante arranca.

Aún más:
horizonte ancho e implacable viento,
extremo que nos navega
donde los siglos desbordan
senderos concéntricos, caricias
líquenes radiantes y los pájaros
y de mi fondo tu fondo
abandonados.

Aún más, todavía más:

donde estallan, obscenas, las aves
gritando: partamos.

enero 17, 2006

lunes, enero 16, 2006

Como jamás nadie

El sol persigue su corto camino
en el aire de este enero norteño.
Aúlla el viento sobre un revuelo
de gaviotas hambrientas.
Igual la sombra que persigo
en el camino de los espinos y las pitas.
Un día más
con el milagro sonriendo a la muerte
que sobrevive
al latir de su inexplicable meta.
Un día más que cae, consumido,
en su giro cósmico alrededor de Sirio.
Es el tiempo de Acuario
y como seres de agua
nada hemos opuesto a su rutina.
Pero alguien vive aún:
puesto en nosotros el falso espejo
del pasado, alguien vive
en su cerco de fatiga
que ya no espera.
Alguien, sí, pero
que nadie se atreva a decir aquí,
que nadie alce su voz buscando una señal,
que nadie,
pero que tú me sonrías
como jamás, ni nunca, nadie supo.


enero 15, 2006

lunes, enero 09, 2006

La música de tu cuerpo




Cuando te leo
sólo existe la música.
Este mundo es sólo instrumento vano
cuando te leo,
notas que aún no han sido
y que no pueden ser.

Yo no sé quién calla cuando te leo,
quién me convoca encendiendo su luz,
desde qué no-ser retorno a abrirte
para cerrarte y abrirte y cerrarte
una y otra vez, en el monte frío
de esta noche azulada de cometas.

Nada es verdad,
nada puede serlo cuando te leo,
salvo el sonido justo,
salvo el sonido exacto,
salvo la música,
la música imposible de tu cuerpo.

enero 9, 2006

jueves, enero 05, 2006

Deseo



En tanto yo escucho acordes
de viola y cielo,
tú siembras una llama vertical
untada de escombros inocentes.

Y fuese lluvia de árboles en celo
el suave quebranto de cerros fugitivos
sobre el manso discurrir de tus bebidas.
Y fuese llanto indeciso tu rostro aún
plegado de luego en el nosotros.

Pero yo vivo en otra muerte,
en otra serenidad quieta de puro fulgor:
saber que no conoceré otro silencio
más afligido
que el dolor de tu casa cerrada
de par en par.



enero 5, 2006

lunes, enero 02, 2006

Ha venido el viento

Ha venido el viento,
un viento de tarde,
un viento ileso
de patrias ocultas y mecedoras.
Macerando arcos de infierno y luto
sobre las terrazas abandonadas,
alejando de nuestro lado un rastro
de hojas indecisas, renovando
el acre color a banderas en soledad,
ha llegado el viento.

A lo largo del viejo cauce
los vestidos, picantes, se agitan:
ha venido un viento insomne, un aire
de granito
golpeando nuestros rostros de adobe.

¿A dónde nos convoca este viento?

Sobre la tierra seca la luz se ha sometido
y el espacio ha derramado un vaso sin fondo.
Límpida de espanto, Selene colecta su herencia.

Signo de lo que no vendrá, ni echará raíces
en esta tierra, todo cuanto sé, este viento
parece querer llevárselo.

Ha pasado el viento,
—¿será acaso tu mirada la mía?—
un viento que ha construido en nosotros su necrópolis.
En el cielo inmóvil pían los osos.

diciembre 31, 2005