Cada vez que tu memoria olvida
necesito inventarte
para sobrevivir.
Antes de aproximadamente nunca,
tanto como volver a ser estatua
o cuadro verde de arcilla escarchada,
necesitaba tu nombre arganel,
tu mirada argente de labios tristes,
tu cuerpo esférico de cavidades
irredentas regresando al azul,
midiendo la distancia a tus estrellas.
Así los ángeles soñarán verdes
al óleo de Klimt
en aquella granja, junto a ese río
donde no podría ser. O sí acaso.
Y ya nadie preguntará por ellos.
jueves, noviembre 10, 2005
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