La ventana a
la izquierda,
luz que se
difumina
hasta espesarse en sombras,
el brazo
extendido del niño
con el dedo
señalando la luz,
la mirada
orgullosa de la abuela
sosteniendo
su pequeño tesoro,
mostrando su
legado al mundo.
Algo más
verdadero que el silencio
permanece emboscado
en alguna
parte de esa fotografía
de sonrisas
en sepia.
La imagen se
esfuerza en decir palabras
que no
entendemos, oculta un clamor
en sus miradas cómplices
que ya nunca podremos comprender,
porque no
somos él
y sus
contados meses son olvido,
porque no
somos ella,
la abuela ya
hace tiempo que partió.
marzo 25, 2016