No es a ti a
quien escribo
cuando estoy
escribiéndote
—¿a quién, entonces, convoca esta
voz?—,
un blog, un
título, “quienes no leen
son más felices”,
la verdad
asumida al fin
tan sólo una
línea más arriba
de todos mis
rastros y derrotas,
lugares que
perviven
junto al
antiguo orden del alfabeto.
La mirada
perpleja
repasando
antiguos castillos,
el sabor
acre de aquellas excusas,
de la vida
alejada de las hadas,
alguien que
dejó una ventana abierta:
lo que queda
después de olvidarte.
Sólo así
regresamos,
a fuerza de olvido, sólo así,
en el
reducto último,
endecasílabo
dolor
que nos
invade una vez más.
Pero no, Joz,
Permíteme —desconocido amigo—
corregirte una
palabra tan sólo:
quienes no
escriben
son más
felices.
abril 2013