jueves, junio 30, 2016

Nada que declarar


La historia es vulgar, como la luna
en un poema,
y allí está, sin embargo, la verdad
de mi sed y mi límite,
la frontera donde aún floto
entre nudos tejidos lucidamente,
equivocación tras error,
náusea tras recuerdo sin remedio 
aquí vertido.

Hubo una noche a la que regresar
una y otra vez sobre este papel
desmemoriado, cómplice
de las horas distantes.
Hubo otras noches en las que cruzamos
barandas ilegales, desesperado hastío
con el que confabular culpabilidades
propias y extrañas.

La tierra va tachando una a una
nuestras palabras con la urgencia
del sedimento y la impunidad
del corredor de fondo.
La historia es vulgar, como perseguir
una y otra vez sobre este papel
el mismo fuego donde me hundo,
y aquí está, sin embargo, la verdad.



julio 1, 2016