domingo, febrero 26, 2006

Una botella sin mensaje

A veces veo nuestros pies unidos
por una soga. Intentando escapar
una y otra vez la tensamos
y una y otra vez consiguimos sólo
el dolor de la piel en carne viva.

Qué difícil aceptar este oficio
de desahuciados
sin lanzar un mensaje de socorro
a la flota entera,
qué difícil resignarse a este amor
sin gritar, empapado,
que cese de llover
para que pueda de nuevo llorar
por lo impreciso y bello
de una pérdida aún no tenida.

Extraña historia ésta de masoquistas
y niños que esperan su regreso
como si fuesen nubes
mientras nos aferramos,
como pájaros temblorosos,
a la tibieza de un cable en la intemperie.

Somos lo mismo porque no somos,
y este amor enfermo,
arquetipo de nuestro desamparo,
reclama un cuerpo, una carne sin afueras,
un mismo horizonte sobre esta tierra salvaje
que con cualquier excusa nos disipa.

Extraña historia ésta
en la que todas las cosas que hicimos
nos separan,
pero esta terca soga no se quiebra
por más antiguo que su dolor sea.


febrero 26, 2005

jueves, febrero 23, 2006

Absurdo



Absurdo
como haber llenado los bolsillos de versos y remiendos
y no saber de qué otro modo poder seguir tirando
una vez que las estrellas y los circos
se desvanecieron.

O como haber pasado una guerra
y en el blanco y negro posterior deambular entre líneas
con las armas intactas, sin enemigo ni bando propio,
deseando abandonar los adjetivos.

O como haber sido, y ahora bajar
para continuar bajando, a contrapié,
hacia un tiempo de palabras disecadas y árboles
que a coro recitan despedidas suplantando todo
hasta convertirse en ti.

Tan absurdo
como decir “te quiero”
o “hagamos el amor”.
Son sólo ejemplos.


febrero 23, 2006

miércoles, febrero 22, 2006

Contra ti



Contra ti me he vuelto un ser civilizado
como dicen que son
los adverbios y las preposiciones.
Mientras afuera cae la vida, contra ti
he visitado la luz como sólo la noche sabe.
Contra ti he recompuesto el escalofrío del invierno
y he llegado, como la madrugada, despacio,
donde dicen que el bosque, celoso,
guarda el nombre de sus dioses.
Contra ti, y a pesar de ti y del miedo definitivo,
he hablado de lo posible.
A lo mejor esto ya no cabe entre nosotros.


febrero 22, 2006

lunes, febrero 20, 2006

Te he visto

Envejecemos de repente y a traición,
dejando atrás todo lo que no hicimos.
Dentro de nada
discretamente saldremos,
discretamente abandonaremos
las cuatro cosas
que una vez tomamos como nuestras.
Dentro de nada —y como si nada—,
todo volverá a su sitio.
Pero en ocasiones pienso que no es verdad,
que no es cierto que pasara el tiempo,
que tú eres aún aquella muchacha
que me llenaba el cerebro de pistas
hacia una vía muerta
hablándome de un dios
que esperaba algo más de nosotros.
Y no puede ser cierto
porque yo te he visto hoy,
en el límite de las preguntas,
al oeste del miedo y de las cicatrices.
Te he visto hoy, más cierto
que esas cincuenta horas semanales,
cuarentaiocho semanas al año
de los últimos veinticuatro años. Te he visto,
aunque esta noche impune persista
más allá de la oscuridad
y todo sea ahora
la mirada perdida de un perro
frente al cadáver de su amo.

febrero 20, 2006

domingo, febrero 12, 2006

Sucedía



Hemos soñado el dolor y la pérdida
y las brasas cesando su desconcierto último.
Hemos sabido de fechas y voces
y de nombres esculpidos de huida.
Pero hoy es otro el tiempo que me nombra,
otra la muerte diaria, otra la luz
en las venas que nos conoce
en su silbo de nieve y campanas.
Desesperadamente aquí recuerdo,
recuerdo o lloro, quizá, la desaparición.

Sucedía. Nada más. Sucedía.

febrero 12, 2006

Otra insoportable levedad

Hoy has decidido
dar una nueva oportunidad a las palabras;
cincelar lentamente tu biografía de duna
amontonando instantes; repasando
eternidades de precio tasado junto a
un DVD de alquiler y un cuenco de palomitas;
inventariar momentos para, más tarde,
desear saber cómo enterrarlos.

Dar una nueva oportunidad a las palabras,
anotar, una vez más —como si siempre
tuviésemos algo que decir—, tu nombre
entre el vacío y los acres vaivenes del deseo,
preguntarte qué pasaría si, de una vez,
dejases que el viento decidiese por ti,
si abandonases, al fin, lo que la marea, terca,
va devolviéndonos día tras día.

Nada desconocido es revelado aquí,
estas palabras no saben —nunca han sabido—
desvelar ninguna verdad eterna. En realidad,
hace tiempo que lo supiste:
nadie es capaz de explicarnos (de explicarte)
dónde está —o qué es— la verdad,
explicar de qué va esto.

Las sombras van cayendo sobre las horas
mientras los dados ruedan y ruedan
sobre un fieltro de probabilidades,
explorando los peligros de conocerte,
de darte nuevas oportunidades. La vida
—más vieja que todos nuestros lamentos—
continúa del mismo modo que nos alumbró.
En la oscuridad de las cavernas,
la mórbida levedad de las palabras.


febrero 12, 2006

lunes, febrero 06, 2006

Otro



Yo no soy el que, terco y minucioso,
va componiendo un rastro de papeles
y tintas de derrota.
Es otro
el que cada día sobrevive a los combates
lamiendo con palabras sus heridas.
Otro el que escribe y cae
y continúa en pie.

Mis versos, sin tapas pero con fechas
y remiendos, están hechos de lluvia
y en ella terminarán diluyéndose
tras la falta de pago de un portal
o el ataque de un pirata informático.
Regresarán entonces, sin remedio, al vacío
del que surgieron.

Pero quizás sea mejor así,
quizás sea mejor
dejar de convocar a estos fantasmas;
quizás sea mejor
abandonar esta búsqueda absurda
de antigüedades de caligrafía,
esta búsqueda ilógica en la que otro,
sin saberlo, va dejando la vida.

febrero 6, 2006

miércoles, febrero 01, 2006

Górecki – Sinfonía Nº 3



La niebla es fría y fluye
irremediable
en esas notas, en esa voz
que persigue un eco ininteligible.

Los años picotean las entrañas
dejando tras de sí
una ausencia de vidrios en el estómago
y de amaneceres indescifrables.

Y es una locura nueva esta noche
el viaje hacia la simetría de su hondura.

No logro trasladar al papel
el estremecimiento de esta música,
de cualquier otra música. Así que
estas palabras
no son más que el fracaso de la palabra,
su transcurrir
hacia el ruido sin suturas del silencio.

Pero aún me está dado aullar,
derrumbarme junto con todos los vocablos
hasta hacerme silencio,
necesidad última
fuera de toda salvación.

febrero 1, 2006