domingo, diciembre 09, 2007

Conversaciones con una extraña

Espectador perplejo,
inmerso entre ruinas y días sin interés
dialogas, una vez más, con la extraña.
Siempre hace frío cuando cierras los ojos
y, a solas, te recreas visitando lugares
donde la decisión aún es posible.
También pensabas siempre que nunca volverías,
pero a veces no puedes evitarlo
—esas viejas escenas en su perfección quieta—.
Es una sensación como volver a pintar
un cuadro; o volver a construir un muro
que sabes que no puede protegerte del tiempo.
Volveré entonces a juntar palabras
a espaldas del suicidio:
tretas vanas para eludir la muerte
en el viejo ritual de escribir para nadie,
como queriendo aún.


diciembre 9, 2007

viernes, noviembre 30, 2007

Ofelia



Tengo miedo, Ofelia,
hace frío
y la fábula cedió su lugar
a un agua de sombras.
Ahora duermes, duermes
y yo te veo dormida en el frío.
Dime, Ofelia, dime si añoras
aquellos lugares de sol y mareas bajas,
si estuviste perdida, tan perdida
y lúcida como la noche y el silencio.

Tengo miedo, Ofelia, y tú,
entre flores de acebuche
y sombras de álamos, flotas.
Verde en la corriente verde flotas
y las gotas se extienden en ti
y rodean tu cuerpo lento y frío
en la lentitud húmeda 

de tu bogar.

Tú venías y partiste, Ofelia,
tendida a la luz pálida de mi casi muerte
entre flores de acebuche.
                                        Dime, Ofelia,
dime qué encontraste en el río,
en el fondo de esa noche
callada ya para siempre.

noviembre 30, 2007

sábado, noviembre 24, 2007

Adagio para cuerda



La tarde vuelve a aburrirse
en la transparencia gris de un orujo
que sabes que no es capaz de salvarte
pero que aún piensas que te ayuda a resistir,
a olvidar ese dolor primigenio
que desde nunca —terco— te persigue.
Debe de ser que no sé ignorar,
que no sé dejar correr el agua,
ser madera fluyendo en la corriente,
luz en la luz del día, ceniza entre cenizas.
Tuvimos que volver
—el enemigo siempre estuvo dentro—,
regresar de la noche de labios compartidos,
de una vez por todas dejar caer el sueño,
descender al fin, callar para siempre
lejos de la llama y la razón.
Después de tantas excusas y humos
nada hay aquí que no sea derrota,
tus manos están frías
y la tarde vuelve a aburrirse
en una morosidad sin recompensa.
Debe de ser que ésta es una de esas luchas
entre aquellos hermosos perdedores
de las letras de Cohen.


noviembre 24, 2007

lunes, noviembre 05, 2007

Lluvia

Caes y caes y estás cayendo.

Sobre las antenas
y las despintadas azoteas,
ahora caes.

Más abajo
cristales y farolas y nosotros
teorizando acerca del dolor,
escudriñando el horizonte
nuevamente.

Desvalidos frente a tus límites
nada podemos hacer
más que observarte, atónitos,
mientras tú, torrentera,

caes y caes y sigues cayendo
arrastrándonos, hojarasca,
hacia la noche.


noviembre 5, 2007

domingo, noviembre 04, 2007

Tú sabías de mí

Sólo una imagen
desdibujada
frente al vértigo todavía.
Quizás las calles y algo a descifrar
de una realidad que sabemos invisible.
Lo demás volver y la materia.
Nadie viene, pero tú eres dichoso:
nadie
es tu idea de la palabra frío,
de ese vacío gris que nos rodea.
A veces es necesario dejar
que todo caiga,
que todo se derrumbe
y encuentre al fin su lugar en el pozo.
Sólo una imagen, me decías,
quizás tu cuerpo practicando el mundo
al lado de nadie, en el incendio
que nos mantiene vivos,
dueños de un lugar donde los árboles esperan,
como la promesa de un buen tiempo,
la promesa de soles cubriendo el mapa
restañando lo irreal de tu estar aquí.
Por las esquinas huimos,
anochecidos,
y queda sólo una imagen desdibujada:
pájaros de niebla abandonando,
sin querer, la escena. Lejos de siempre.
Tú sabías de mí antes de mí mismo.


noviembre 3, 2007

sábado, octubre 20, 2007

Cuatro de octubre

En agosto, mi hermano –maldita previsión–
me envió un presupuesto. Entonces no sabía
de su gran presteza y diligencia,
de esa forma sosegada y tranquila
con la que parecen arreglar todo.

Un certificado son sólo tres
con ochenta y tres; la corona ciento
veinte; y la misa sesenta. Luego está
el coche y el acondicionamiento del cuerpo
y la gestión y la documentación.
Lo más caro el féretro y la esquela
y la sala del tanatorio. También el nicho,
por supuesto. Y aquí podemos escoger
doble o sencillo,
por cinco o cincuenta años.
Sin traslados ni defunción judicial
nos vamos a los cuatro mil. O casi.

(Has debido quedarte donde dicen el cielo,
en aquella pradera de noches para siempre)

Es un servicio eficiente, sin duda,
esa forma profesional y limpia
con la que todo parece arreglarse.
Es, sin duda, un servicio diligente,
aunque nadie sepa cómo tapar
el agujero. Ese enorme agujero
que ha partido en pedazos el pecho de mi madre.

Llamar, en caso de fallecimiento,
al teléfono cinco-cinco-cinco,
seis-cero-ocho, dos-siete-tres. Sr.
Martínez.


octubre 2007

martes, agosto 28, 2007

Músico Albéniz, 2

Puerta veintiuno, y The Boxer sonando
I’m leaving, I’m leaving
y, sí, realmente estábamos yéndonos,
abandonando, sin saberlo, todo
lo que alguna vez fuimos, o creíamos ser,
en compañía de amigos y extraños.

Eran tiempos de hermanos y de largos estudios
y de fortunas en forma de sueños impíos.
Tiempos de Silvia, de Amparo y de Eve
y de otras —no muchas— que no recuerdo
—nos hemos olvidado de algas y de intemperies—
pero que dieron sentido a la música
y a palpitantes noches de quimeras.

Músico Albéniz, 2 es decir años
setenta, la eternidad en la novia,
la morada celeste transformándonos
a cada paso. Es decir hogar,
una paga —corta— el fin de semana
y unos ideales por los que vivir.
Es decir autobús y tocadiscos
y veranos de interminables olas
y guerras lejanas y poesías.

Es mercenaria ahora la limpieza
en esa casa donde el aire se vicia
de incontinencia una y otra noche
y la televisión aúlla sin remedio.
(No quiero llegar a viejo —me digo—,
pero que ellos no me abandonen nunca).

Tal vez era preciso que escapara,
tal vez era preciso
que abandonara aquellos ropajes de verano.

Aunque el fuego aún permanezca encendido
y aquella tenue música —Lai-da-lai— continúe,
Músico Albéniz, 2, puerta veintiuno,
nos hemos quedado lejos del sol.


agosto, 2007

miércoles, agosto 22, 2007

Casi a punto

Las cosas cambian, pero algo ahí nos perdura
—dijiste—, aunque aquí sólo el cristal nos muestra
un lugar diferente.
La vida a veces
son los gestos de un amante inexperto,
la irrealidad gris de una venganza gótica
que nunca deseamos perpetrar.
Y en otras ocasiones
el olor de las terrazas vacías
cuando el alcohol es el último cómplice.
—Tú has sido mi silencio—.
Aquellas guerras nuestras nunca fueron verdad
del todo, o tal vez sí, y la mentira es esta
madrugada de nuncas y palabras ociosas.
Este viejo mundo sigue rodando
dejándonos como poso unos días
y algunas pocas cosas que recordar de noche.
—Tú has sido mi extravío—.
Yo me pregunto si al fin llegará
un viento que borre todas las horas.
Porque el viaje todavía nos lleva
y el instante es eterno
cuando todo es impaciencia de ti
y ya es invierno en los tejados rotos
en el momento de desconocernos,
casi a punto de un último suicidio.



agosto 10, 2007

domingo, julio 29, 2007

Sargazos



La piel de la noche está hecha de mujer
y de silencio,
como las letras de las canciones que nos unen
y los billetes de ese tren que nunca tomamos.
Yo podría haber sido la memoria
de tus árboles. O eso supongo.
En realidad
no podemos saber lo que no ha sido.
Extraños de un viaje nunca iniciado
yo fui a ti cuando tú regresabas
a la tierra antigua, a la sede del misterio
y la dulzura agria donde el tiempo
parecía no pudrirnos.
La herencia de la noche es un muelle
donde ya no recalan los navíos
y nos amontonamos como sargazos
interpretando escenas imposibles.


julio 29, 2007

sábado, julio 21, 2007

El quinto elemento

Irremediable abandono, culpas de otra edad,
perdidos sólo porque nos diste habla
y la palabra sea muerte al fin.
Debiste ser galerna de otras nubes,
mañanas rojas frente al agua rota
del amanecer, reflejos inmóviles
en armonía de pájaros y aire.
Lo sabemos desde la hoja vacía,
nombres que son fuego y revelación,
ventanas de profundísimas celdas
hacia la tierra donde siempre huimos.
Debiste ser aire de otros lugares,
el quinto frente a los cuatro elementos,
contrapunto de poemas inútiles
este crepúsculo en el que te añoro.

julio 21, 2007

sábado, julio 07, 2007

La casa vacía

Es más grande la casa vacía,
o más pequeña.
Hay medianoches en los rincones,
conejos y ciervos tras las puertas,
hierros y frutos sobre el gres, ahora tan solo.
Me pregunto si las horas cosecharán aquí
ruidos silvestres, gestos, deseos;
si cuando el polvo sigiloso la nutra
los insectos perseguirán nuestros espíritus
por estancias y pasillos.
He de volver aquí cuando me muera,
a tu cuerpo cuerpo, a tu senda senda.
Habré de envolverme con el olor de estos tabiques,
cubrirme con la luz apresada de los ausentes.
He de volver aquí cuando te pierda,
vestirme de este vacío tan grande
o tan pequeño.


julio 7, 2007

domingo, julio 01, 2007

Adolescencia

Estaré donde entonces deseamos,
girando
con la lluvia y la noche,
ligeramente ardiendo.
Botellas en mis sienes el paisaje
junto a aquella sombra en la arena
y la camisa limpia de tus ojos.
Estaré en tu cuerpo de ciprés,
hiriente como puñal,
volando la adolescencia.
Será tierra y alba ahora
y luego árboles lejanos
lamiendo un verano nuevo,
hallándote siempre.
Estaré donde entonces, en cada escombro,
fluvial, apartando dioses y sombras,
ligeramente ardiendo,
sin volver a la vida.


julio 1, 2007

jueves, junio 14, 2007

El laberinto

Dijimos que no sabíamos,
que no sabíamos algo
que ahora no recordamos
y que ya no importa.
Habrá de ser así una y otra vez
—el invierno no son unos meses oblicuos,
ni noches grandes como osos
en el límite lentísimo del sueño—.
Estoy aquí
donde aún puedo pedir perdón
a una luz muerta, pensando
que alguna vez casi lo logro.
Habrá de ser nunca y ahora.
Y tú estás aquí también,
con los brazos abiertos
—aunque no sea posible—
muriendo de nadie. Y es que
todavía crees en las letras
y en las sílabas alineadas
en su perfección de convento.
Habrá de ser nunca y siempre.
Tú y yo
todo el tiempo aquí
dejando de intentar más idas y venidas,
derrochando el presente, muriendo
con nadie. Por más que la noche
aparte nuestras sombras, tú y yo aquí,
despojando el futuro.


junio 14, 2007

martes, mayo 29, 2007

Una razón para no creer

Allí donde la palabra se evade
y aspira a expresarse por sí misma.
En el sitio del hombre
huérfano de toda necesidad.
Mientras el significado busca su lugar
en el discurso. Allí,
donde está permitido recoger
nuestros propios pedazos,
allí se hace preciso rebelarse,
levantarse en armas contra nosotros
y contra todo lo que alguna vez
dimos por hecho.
Allí donde otra posibilidad se sugiere
hay una razón para no creer.

mayo 21, 2007

domingo, mayo 06, 2007

Nada que sea tú

Hoy escribiré de nada que sea tú,
de nada que sea nuevo o que pudiera ocurrir
o que dejase atrás.
Mientras el sol se hunde en un asfalto amarillo
escribiré piel y misterio y ocaso,
naranjas azules en el muelle de Suzanne,
tañer de sueños en la soledad de un oasis
de palabras y secretos.
Mentiras que son
porque fueron verdad, escribiré.
Escribiré hasta no saber qué palabras digo yo
y cuáles me dicta tu voz.

mayo 5, 2007

sábado, abril 28, 2007

La mirada de otra luz


Olas, cañizos
y dientes de dragón
habitan en sus párpados.
El fulgor de la arena
y el dorado salino de la piel.
Y en el cristal
el latido de mil vigilias.
Su universo es mi sueño
y el tiempo de narcótico y martini
el esqueleto de la tarde.
Nada que puedas descartar
de esas fotografías,
con la mirada de otra luz

y un fragmento de cielo.


abril 28, 2007

domingo, abril 22, 2007

Pequeñas cosas

La memoria imaginaria adueñándose
de nuestra casa,
un reino de oro oculto
entre brasas que ya no nos calientan,
unas pocas lecturas y algunos recuerdos
que no sucedieron —el cazador nómada
que nunca fuiste, o las notas de un piano
inexistente, acompañando al tintineo
del silencio—. Así es la tarde a veces.
Pequeñas cosas para mantenerte atrapado.
Poco importa entonces el transcurrir del tiempo,
las horas navegando entre sargazos,
vida y muerte, la caída del imperio
o las sílfides de mil y una noches.
En la fatiga de otro crepúsculo a sotavento
uno se encuentra entre luces y limos
y tráficos que nunca nos llevan,
y otras veces en un viejo cine de colegio,
con butacas de madera plegables
y películas de amor y aventuras.
De lo que significa habitar este cuerpo
nada más nos cabe esperar. Si acaso
esa sensación del que regresa
y extraña el lugar, como le parece extraño
todo lo que algún día
la insolencia del que no sabe
le hizo creer que era suyo.


abril 21 y 22, 2007

domingo, abril 15, 2007

El destino teme a los valientes

El destino teme a los valientes
y se ensaña con los cobardes
(Séneca)

Las mismas vistas, la misma ciudad,
todas esas mentiras en los mismos papeles.
Sólo la noche desde la ventana.

Me digo que es muy tarde para tanto dolor,
para tanto estar en todas las sombras,
para tanta y tanta desolación.
Como se teme el dolor o la vida
—ese caótico deambular
sabiéndonos muertos e indiferentes—,
lo que tantas veces temí soy ahora.
Hablo de lo que nada puede hacerse,
de los recuerdos a uno y otro lado de la luz,
de una mirada tan antigua
como la memoria de los árboles
y un desamparo de piedra y días
donde sólo tu cuerpo te acompaña;
hablo, al fin, de deambular entre poemas, cuando
llamarte es la excusa que ya no busco.

Entonces, dime:
¿qué teme el destino de los valientes?


abril 13 y 14, 2007

lunes, abril 09, 2007

Buzón de voz

Tienes activado el buzón de voz.
Tus palabras resbalan por antenas y cables
pronunciando un mensaje conocido y absurdo.

El pulso es el recuerdo de un viaje
donde se amontonan hangares y rostros extraños
y plazas y puentes y edificios
y tu cuerpo, junto a nadie, desnudo,
tendido en aquella cama enorme.

Sólo unas imágenes, algunas músicas
y una pocas palabras
nos poseen finalmente.

No dejaré que suene la señal,
como tantas otras veces
no dejaré mensaje alguno.

No sé qué será de mí
cuando, de una vez, te decidas
y cambies de número de teléfono.


abril 9, 2007

martes, abril 03, 2007

Después del miedo

Llegó el invierno, tardío y hostil
como la culpa.
Atrás —entre los dos, atrás— el tránsito
hacia bordes delirantes y hendijas
—bajeles del amanecer, campos donde
mis manos encuentran las coordenadas
de tus colinas inocentes—.
Debería irme,
ahora que un sonido repite otros
irremediablemente;
cuando mi casa —nombre de sal—
es el humo de un estribillo loco
acudiendo a su cita con el aire,
sé que debería irme.
Porque no hay miedo después del miedo,
ya sin miedo irme
aunque nos parezca indispensable escribir:
ese morir que es ir tras una canción,
que es ir aún tras unos trazos
cuando la inmensa mentira de vivir
sin extrañeza; cuando ya somos
esa ventana abierta en la casa vacía
golpeada por un soplo de poniente.
Sólo un poco de ti a los pies del ser.
Y es por eso.
Llegó el invierno. Y así —se diría—
morir, aquí y ahora, es
observar a todos nosotros siendo.
¿Te dije ya
que no hay miedo después del miedo?

abril 1, 2007

domingo, marzo 11, 2007

Esa guerra

Desde la gloria al acecho
mi herida averigua sus límites
entre mis más íntimas palabras de ceniza.

Tras una ventana honda
el mar caracolea y vibra con la noche.

En realidad ya es hora -como temíamos-
de que cruce las líneas enemigas.
Ya hace tiempo
que nuestras tropas perdieron la guerra,
esa guerra que transcurre ilusoria,
llena de olvido,
en el mismo frente cada día;
esa guerra de calles seguras y salir ilesos
que nos rodea y abarca
mientras te desangras sin flores, volátil,
y obstinadamente hablas de mariposas
y labios.

Y sol afuera, ventanas cerradas,
abejas y silencio.


De Cantos suicidas
marzo 10, 2007

sábado, marzo 03, 2007

La noche esconde la noche

La noche esconde la noche
al lugar en el que todo muere y nace
sin refugio.
Ahí va mi caducidad,
en este acto de fe que es estar aquí
desde ahora y para nunca,
o en este querer llevarme
algún instante de ruido
a favor de un imposible.

Agria es la lucha nocturna
midiendo las horas con precisión
de falsificador
definitivamente para nadie.
Agrio es el viento que nos agita
cuando el silencio baja un suicidio tras otro
y tú subsistes.


De Cantos suicidas
marzo 3, 2007

sábado, febrero 24, 2007

Geometría sin orden

Era nuestro, pero al final
el tiempo hizo de su casa un poliedro
y ya nadie fue inocente tras el otoño.
Nunca sabré por qué
olvidamos el camino de vuelta,
ni por qué quisimos construir un muro
en cada esquina.
Tus ojeras sin respuestas y los horarios
-lentos como un paquebote abandonando tus retinas-
dialogaban con Marguerite y su amante
-en cada página un anhelo,
en cada deseo una noche-
en su laberinto de océanos y extraños.
Geometría sin orden tu casa ahora,
tristes pollos congelados las palabras;
las palabras que esperan en la noche
el asalto de las patrullas,
incluso cuando las muchachas sin nombre
juegan a naufragios en tu pantalla
y tú deseas ser diferente,
ser diferente sólo por un día.


febrero 23, 2007

martes, febrero 20, 2007

Febrero siempre

Febrero siempre.
Deslumbrados por ése
en el que tanto nos desconocemos.
Es la edad de lo anterior e ir despacio,
es mirar con tu nombre de contigo y nunca,
demencia apenas en este arte de callar.
Lo demás es sol, es lo demás abril,
la lividez de una muchacha onírica
que me visita a veces
en una Valencia imaginaria.
También
los astros que giran sobre los límites
de todo cuanto fui.
Debe ser que estamos en febrero,
en febrero siempre.


febrero 20, 2007

viernes, febrero 16, 2007

Foto de promoción

El por qué aquí ya no sirve.
No sirve la conciencia temporal,
ni las palabras expectantes que sueñan su nombre.
No hay esencia alguna en el recuerdo,
esa materia que a nadie escucha y a todos vale.
No trascenderá la propia historia
a los testigos inmóviles que nos acompañaron.
No hay enigmas, sólo transcurrir banal,
terco viaje entre fantasmas que no dicen nada.

Y es que somos tierra en silencio,
el indefenso tacto de la ropa gastada,
el rostro sepia —humilde y asustado— del colegial
en esa foto de promoción.
Absurdos más que imperfectos,
en esa forma deslumbrante en la que
parecemos ser otros.
Y en otra geometría un pecho dormido
quieto y lejano como un ave
en su pequeña casa de la muerte.


febrero 16, 2007

domingo, febrero 11, 2007

Mejor que la locura



Estoy en mi butaca lila,
apurando el fondo de una mañana de invierno;
en el desvarío que otorga algún sinsentido
a este cuerpo
creado para tantas otras cosas.
Voy a juntar cuatro o cinco palabras,
borrar escenas, hacerme en otros lugares.
Voy a celebrar mi otra verdad
como si hubiera otra.

Probablemente entre tú y yo el tiempo ya no gire,
lo sé por el olor enfermo, primario,
de las hojas caídas que nos invade; las hojas
caídas que alimentan a la tierra que las acoge.
Parecido a Dios y a la muerte.
Mejor que la locura.

Vamos de un puerto al silencio,
en mi butaca lila, donde queda la lluvia.
Vamos de la hoguera a las horas
ensanchando los pulmones de ganas quebradas.
Vamos y, sin embargo, escribimos sonidos
que no sabemos
por si por un casual un día nos quedamos.


febrero 10 y 11, 2007

domingo, febrero 04, 2007

Triste oficio



Tú buscas, como yo, una palabra, una oración
después, que redondee una faena
aunque la sepamos interminable.
Los dos nos disfrazamos de trabajo
cada mañana y tomamos el coche
o el autobús de las ocho menos diez, ausentes
como en una capilla de hospital.
Notarios venidos a menos, nos semejamos
a esa muerte de la que escribimos, entre ruinas
de un mundo extraño que desconocemos
pero del que estamos empeñados en dar fe.
Tú y yo condenados a nombrar, como
si en el papel pudiésemos retener el tiempo
o el oleaje de aquellas noches de verano.

febrero 4, 2007

sábado, febrero 03, 2007

Escribir da miedo

No eres sino la razón que escapa a través de un espejo,
esa tristeza que es anterior a la vida.
Nos hemos acostumbrado a tu confusión,
a la idea de la tempestad
atravesando el aire con la noche.
Me pregunto qué haría el paraíso si volvieras,
cuántos cuerpos extendidos acompañarían nuestra boga,
cuánto sacrificio, cuánta juventud anochecida
bajo el vuelo de las aves cubriría nuestra suerte.
Debería tratar de salvar el poema,
en vez de eso
formulo preguntas inútiles a las sombras,
al recuerdo de un combate y un fracaso.
Es cierto, escribir sigue dando miedo.


febrero 3, 2007

domingo, enero 28, 2007

Atentamente

Los atardeceres son siempre mejores
que los poemas sobre atardeceres
—dijiste—. En aquel tiempo
avanzábamos con la certeza de quien sabe
que la muerte es una cita inevitable
y que hay precios que no conviene pagar
por postergarla.
Si este lugar no hubiese existido;
si pieza a pieza no hubiésemos compuesto
este rompecabezas
donde soñamos y abjuramos de espaldas a la noche;
si no hubiese existido este lugar
nuestros cuerpos nunca habrían estado unidos,
nunca nos habríamos hecho fuertes
sobre la costumbre,
empeñados en desconocernos,
anochecidos
por todas las guerras del planeta
y la furia de una soledad lejana y hermosa
como una isla.
Este lugar siempre será nuestro,
por eso sabes que te negaré siempre,
por eso nunca me hallarás sin ti.
Más tarde, mientras la tierra aguarda,
dejarás que el viento responda.
Pero ahora quiero tenerte aquí,
atenta a lo más nimio,
luego de que los trenes partan
—y yo tras ella—
hacia el próximo poema
y el día gire en una palabra.

Tuyo. Atentamente.
Enrique.


(De Conversaciones con la poesía)
enero 28 y 29, 2007

lunes, enero 15, 2007

Leo tu nombre en los posos del café

Es de tu memoria
de donde se alimentan las metáforas,
las palabras que colorean
su nombre de estiércol a las nubes.
Es de ti de quien me protejo cuando
la sequía construye su ataúd a las estaciones,
justo donde escarbo en mí tu simiente
y encuentro un cuerpo solo.

Tal vez debimos quedarnos allí,
sobre la tierra muerta
que da cobijo a esta ciudad.
Quedarnos allí, hechos trizas, en su subsuelo,
copulando pensamientos para nada.

Hay un muerto que nos espera sin prisas,
un muerto que se ha vestido con sus últimos despojos
para observar el espacio sin pájaros de nuestras manos
y su eterna culpabilidad.
Acaso esa culpabilidad sea
el origen de todos los poemas,
sombras que construyen sombras ficticias
que a lo mejor nacen también por ti.


enero 14, 2007

lunes, enero 08, 2007

Ya no sabe



Mi madre ya no sabe,
no sabe ya cómo formar tríos y escaleras.
No renace el aire la sangre en su rostro.
Sobre el poema la intemperie, el adentro
del silencio y lo prohibido,
cadáveres en vigilia por mi boca.
Me importa el mar,
el estallido de piedras del mar;
me importa la muerte,
el llevárselo todo de la muerte.
Estaba el mundo de vísperas,
mi madre ya no sabe.


enero 7, 2007

Enero es frío sin compañía

Lames en la tarde un sueño de pájaros.

Era preciso que volvieras, desde los escombros,
a esta tierra cercana a la noche
donde las brasas no queman, donde
siempre habitó —delirante— el rocío,
y yo cabalgo y voy, y yo cabalgo y vengo.

Era preciso dejar correr el río blanco, aquí mismo,
en su fábula, como creíamos; en su fábula
parecida a un loco hecho para ti. Natural y terrible
como ese loco que sabe del sonido verdadero
mientras tú, entre naipes y pájaros,

lames en la tarde el sueño que nos protege.

Enero es frío sin compañía. Era preciso.


enero 7, 2007

viernes, enero 05, 2007

Pero te espera



He inventado unas lágrimas
—enlazadas como fichas de dominó—
para celebrar la hermosura del otro lado;
he escuchado al predicador labrando
su silencio de frontera; he medido
con la precisión de un cartógrafo medieval
el abismo metálico del dinero en la palabra;
he sentido —sé que he sentido— inmóvil,
íntimamente, cada instante contigo
y todos ellos —incalculables—
fueron en soledad.
Aún soy el hombre que persigue
la luz de los tinglados de otros puertos
y una playa remota al abrigo de las corrientes,
el hombre —invencible como un muerto—
que escucha, que sólo escucha,
el transcurrir de las horas.
Pero el tiempo exige su servidumbre
y ya no quedan más palabras,
así que ya no importa si estás ahí
o si todo sucede por última vez
y no nos volvemos a encontrar,
porque —dime—
qué se puede hacer con un poema;
qué puede edificarse
describiendo el desfile de la luna
o la dulce melodía de un recuerdo;
qué con el eco del agua en el aire
o con el desconcierto
de quien no sabe nada de ti
pero te espera.


enero 4, 2007