domingo, febrero 21, 2010

Nada nuevo

A veces sólo piensas en marcharte,
no somos buenos para ti, te dices,
no merece la pena —te convences—
seguir dando vueltas
en esta puerta giratoria
donde nada se justifica ya
y en la que día a día te disecas.

Ahora sé —cuando somos de aquí
sólo el aire denso de un laberinto—
que tal vez sólo quede despedirnos;
pero en este camino por el que nadie pasa
vemos cruzar tus trenes, sabemos de tu luz
—esa luz clandestina, de nosotros,
del oro verde y el azul en tierra—.

No se trata de que por fin te vayas
o que decidas quedarte; se trata
de que intentemos un último acierto,
de que, de una vez, pretendamos
equivocarnos juntos.
Ya ves, no te propongo nada nuevo,
tan sólo dar otra oportunidad
a los amaneceres que vendrán
como el último, como el primer día.

febrero 21, 2010