miércoles, agosto 30, 2006

Imprecisiones

Mientras cae la tarde
recuerdo aquellos días
diferentes y tan iguales a éstos
que ahora nos recorren.
Nada ha cambiado
-el poema no dice nada ahora-
pero todo es distinto,
porque el tiempo se empeña en ir mutándonos.
Hablo de un mes calcinado que muere
junto a maletas y bolsos vacíos,
equipajes deshechos
y pieles en mudanza de serpiente;
de un mes de ángulos y fotografías
que pronto sabrá qué es
casi morir sin nombre ni memoria.
Quiero tener la herida y retenerla apenas
el tiempo de un cigarrillo en tus labios,
hoy no quiero saber dónde me encuentro,
de agosto no se sobrevive sin cicatrices.


agosto 30, 2006

La metáfora sigue

Cuando ya no hay nada que compartir,
todavía sustancia frente al tiempo,
destituida, quizá, de su conciencia,
la metáfora sigue.
Tú has visto cómo se quiebra un poema,
tantas y tantas veces
sin remordimientos los has destruido
para que también las palabras sean,
en esta soledad, sólo memoria.
La inmortalidad no es fácil, lo sabes,
por eso te preguntas a menudo
por qué no bastará con la lectura.
Ahora nada es igual y lo es todo,
después será el pasado,
secretos sin sentido solamente,
los abrazos nocturnos de lluvia y dormitorio
al ritmo cansino de la rutina.
Todavía muerte frente al silencio,
la metáfora sigue.


agosto 30, 2006

lunes, agosto 28, 2006

S.P.Q.R.

Tal vez estas ruinas contra los siglos
se mantengan aquí,
en una geografía sin tiempo,
para hacernos sentir un poco de ellas
y así extrañemos
la certidumbre absurda del nosotros
y seamos distintos y los mismos.

A veces estos días también vienen
—días de la celebración unánime,
salmodia de los años por venir,
días de la inocencia sin futuro
y el beso y la sonrisa acelerada
en los que nada podría dañarnos—.
En estos días yo quisiera otro yo,
otra materia
que pudiera fundirse con la estatua.

Están locos estos romanos —dicen—
aunque no fuera eso y también lo fuera
y las legiones y el senado y el pueblo romano
lo contradigan. Porque
hay señales que puedes ignorar,
apartarlas de ti como si nada,
mas, a tu pesar, sucederá lo sucedido,
todo tú está en esas estatuas grises
que hoy contemplas con un asombro falso.


agosto 27 y 28, 2006

lunes, agosto 21, 2006

Toño dice

Toño dice que un lienzo en blanco es un abismo, un abismo
del que el artista nunca sabe si logrará salir; que pintar bonito —sus ojos encendidos con esa media sonrisa y su acento ya casi canario—, eso vende, pero no es Pintura. Toño dice que rescató a Maya —creo recordar que así se llama su caniche— de sus últimos días en una perrera; que es un maestro friendo alitas de pollo y que a ver si le escribo algo para su libro (cualquier cosa, algo breve sobre la amistad, por ejemplo). Toño dice, y en el salón de su casa de Valencia, colgado junto a recuerdos de la África misionera, un vasto mar muestra sus primeros reflejos a la madrugada.
Y el mar nos dice.


agosto 21, 2006

viernes, agosto 18, 2006

Ven

Ven,
hay una extinción
que no es la nuestra,
una extinción
donde los dos somos el poema
y el poema no es
la habitación del delirio,
ese lugar donde hace falta irse
para seguir aquí,
donde no hace falta destruir
para volver a lo cierto
—ese castillo donde nadie habita
y el negocio somos nosotros—.
Nosotros,
¿en qué muerte —dime—
moriremos nosotros?. Ven,
hay un idioma
en el que la palabra adiós
no existe.


agosto 18, 2006

miércoles, agosto 09, 2006

Con bayoneta

Pongamos que es agosto, que es agosto
y no tienes que ir a ninguna cita
de números o de secretaria,
supongamos que entonces aprovechas
—en realidad te comprometiste—
para hacerte cargo —sólo unos días—
de tus mayores.
Pongamos que te mira fijamente,
que ella te mira
y sabe quién eres, y sabe quién
no eres. Y entonces,
como si un fusil de repetición,
te pregunta si acaso tú supieras
qué fue de aquel hijo, su hijo menor
que tanto le iluminó aquellos años,
ese hijo que hoy en su mente no eres tú.
Pongamos que tienes que recoger
—no hay más remedio—
las bragas húmedas y las compresas
desplomadas al lado del bidé
e intentas el imposible de obviar el hedor,
el imposible de limpiar con el fregasuelos
y la lejía
esa pregunta que su mente lúcida
te dejó clavada con bayoneta.


agosto 9, 2006

viernes, agosto 04, 2006

El poema asesina a la tarde

El poema asesina a la tarde,
el poema te corrige, piensa, vive solo
y cree sólo
en lo que no es abismo y tiempo.
El poema sopla una trompeta con sordina
donde no hay razón, verbo para esta ofrenda,
para esta ofrenda en la que tú aún estás allí,
en la habitación sin paredes, balbuceando,
diciendo nada,
porque el poema no se deja ver,
porque el poema no nos deja vernos.
Y he aquí que los ángeles escogieron marchar
y he aquí que ya sólo hay cadáveres,
y aunque estemos alejados del frío
no es posible volver a amar.
El poema es la razón.

agosto 4, 2006