domingo, mayo 29, 2016

Y qué si no es el sol


Pienso en ese destello
que ahora está cegándome,
el reflejo de la luz
desde los lomos de cristal y acero
llega fuerte, como cada mañana
soleada, como cada mañana
-ahora cada vez menos frecuente-
que me siento en esta butaca.
Pienso en ese destello
y en el de ayer, disuelto en la marisma.

La ausencia es hoy el espejo del vivo,
el agua estancada de una autopista
que nos lleva, sin demasiadas curvas,
hacia otras escenas de la farsa,
el río sin caudal de nuestro tránsito
que a golpes de vena sigue su curso.

La luz ha remitido su fulgor,
codo con codo, las fotografías
y los libros regresan a su anterior estado
de penumbra, a su saber estar
en carne viva para nadie.

Ya no hay miedo de la escena última,
ni tú ni yo sabemos ya de aquel nosotros,
de los recuerdos que encerramos muertos
en el límite indeciso del aire.

¿Podrías enseñarme a convivir contigo?
No me atrevo ahora a darte un beso.

mayo 29, 2016