Pienso en
ese destello
que ahora
está cegándome,
el reflejo
de la luz
desde los
lomos de cristal y acero
llega
fuerte, como cada mañana
soleada,
como cada mañana
-ahora cada
vez menos frecuente-
que me
siento en esta butaca.
Pienso en
ese destello
y en el de
ayer, disuelto en la marisma.
La ausencia es hoy el espejo del vivo,
el agua estancada de una autopista
que nos lleva, sin demasiadas curvas,
hacia otras escenas de la farsa,
el río sin caudal de nuestro tránsito
que a golpes de vena sigue su curso.La luz ha remitido su fulgor,
codo con codo, las fotografías
y los libros regresan a su anterior estado
de penumbra, a su saber estar
en carne viva para nadie.Ya no hay miedo de la escena última,
ni tú ni yo
sabemos ya de aquel nosotros,
de los
recuerdos que encerramos muertos
en el límite
indeciso del aire.
¿Podrías enseñarme a convivir contigo?
No me atrevo
ahora a darte un beso.
mayo 29, 2016