sábado, marzo 08, 2008

Tránsito

No fue la vida lo que llamó mi atención
sino más bien la muerte,
y con ella creí entender sus alrededores,
ese narcótico paisaje azul
en el lejano esplendor del crepúsculo.
Vuelve a la sangre la primera sangre,
al comienzo todo lo terminado,
y es tuyo todo lo oscuro y la claridad,
la edad de los molinos y los patios.
Como si hubiéramos muerto encendidos
vamos hacia un reposo que no existe,
perdidos en el útero
de un dios de vaticinios, venganzas y misterios.
No te extrañes si después de ti no hay después,
nada que añadir a este desencuentro.
Qué puede decirse entonces aquí y ahora
entre mi verdad y una culpa sin puertas
y este silencio angosto y paralítico.
Fue la muerte, no la vida,
y todo lo que fue fueron palabras.

marzo 8,