viernes, enero 31, 2020

Puertas cerradas


Todas las puertas abiertas hablan de ti.

La de la pequeña galería
—donde la caja de arena—, sin embargo,
permanece casi siempre cerrada ahora.

Desapareció el cojín de la cocina
y los suelos de mármol
echan de menos pelusas y huellas.

Es silencio ahora cada mañana
y cada noche al acostarme.

Y ya no te nombro
y ya no me haces caso
(¿cómo podrías?).

Y no estás, y estás, y no estás.

Me pregunto ahora si tanto enfado
por tu incontinencia tuvo sentido,
si no fui demasiado intransigente,
si no debiera haberte acariciado
un poco más, rascar tus partes duras
(tu maltrecha columna, tu cabeza)
y una vez más, una última vez,
emocionarme con tu ronroneo.

Voy a cerrar todas las puertas

porque estás, porque no estás, porque estás.



enero 30, 2020

domingo, enero 26, 2020

De suicidios y otros menesteres



Hablaban de sus cosas.

Caballos en desbandada, cañón sin salida,
hablaban del lado más oscuro del pasado:
cuánto se hicieron, cuánto se evitaron,
los reproches, el rencor que transita
oculto por esos caminos.
Hablaban también de un futuro
tan incierto como imposible
reformar su vivienda, por ejemplo.
En una tregua descubrieron
el vuelo de las gaviotas hacia poniente,
el modo en que el silencio precede
a la caída de la tarde.
Como si la decisión de existir no importase,
pensaron en voz alta en el suicidio,
el antecedente no consumado,
la tentación de libertad junto al abismo.

Rendidos ante lo inevitable, derrotados,
a modo de despedida hablaban de la muerte:
la forma en que el dolor
cede ante el vacío, la nada.

¿Por qué no te suicidas de una vez
y nos dejas tranquilos?

enero 2020