jueves, noviembre 10, 2005

8 a.m.

La mañana vestida de gaviotas
empuja las sombras de los que nos precedieron
a una estación de trenes silenciosa. Dicen
que allí todo sobra. Pero ahora es junio
y la buganvilla regala su carga violácea
mientras el viento de levante tempranero
te hace buscar la precisión que no existe.
Lees el periódico. Amenaza sol.
Te lamentas por lo que nunca dejarás
—las lentas gaviotas parecen detenerse al fin—
Es cierto, no hay misterio ni confesión
mientras nos vamos yendo. Nada
que no supieras ya. Sigues con el periódico.
Un viejo profesor, indignado,
rompe una lanza en favor de los hermanos maristas
justo antes de ser cesado. Es junio
de recuerdos no compartidos y este principio
del verano parece como si su fin. Cualquier día de estos abandonaré este lugar de habitantes anestesiados. Cualquier día de estos
yo también tomaré mis armas
para salir en defensa
de aquellos padres escolapios.

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