lunes, enero 23, 2006

Danza la noche



Danza la noche
trazando arcos sobre un invierno obsceno.
Danza la noche lejana y sola
rememorando
el ansia letal de bajarse del tren
para conquistar sus orillas blancas.

Y tú debes hacer lo que siempre temiste,
lo que no ha cambiado ni cambiará:
ahora —de repente y sin excusas—
cuando eres légamo que ya no importa,
sabes que deberás romper el ruido.

Desnudo, aunque en la claridad aún,
danzas en la noche lejana y sola.
Hablas, y sin embargo es el silencio;
escuchas, pero nadie dice nada;
hablas y hablas, e inútilmente hablas,
pero sólo pronuncias
proezas y augurios como pretextos
desbaratados.

¿Quién hubiera sabido de penas movedizas?,
¿quién hubiera sido o quedado intacto
y todavía no sabiendo nada?

Danza la noche, y tú
dices todo deprisa,
con la vida arreciando
desde un silencio sin letra. Deprisa
danzas en la noche lejana y sola
como si la brasa en la noche azul
esperase un último resplandor
antes del frío.

enero 23, 2006

martes, enero 17, 2006

Aún más, todavía más



Donde las cinturas trazan
una espesura derramada
y la infelicidad,
como cuello frente al hacha de paz,
espera y entiende, sin importar qué.

Más:
si, tristes, dos labios contra dos labios
—galopes al aire— abren un campo
de caracoles veloces
y memoria
donde el jardín y la luz siempre, siempre.

Aún más:
si anegarse inmenso de ojos y silencio
y escucharse azul, grito ahogado
corazón horizonte aire noche
y la respuesta brujo recién nacido
en un salón de lucernas
dichoso como un vals
cuando el instante arranca.

Aún más:
horizonte ancho e implacable viento,
extremo que nos navega
donde los siglos desbordan
senderos concéntricos, caricias
líquenes radiantes y los pájaros
y de mi fondo tu fondo
abandonados.

Aún más, todavía más:

donde estallan, obscenas, las aves
gritando: partamos.

enero 17, 2006

lunes, enero 16, 2006

Como jamás nadie

El sol persigue su corto camino
en el aire de este enero norteño.
Aúlla el viento sobre un revuelo
de gaviotas hambrientas.
Igual la sombra que persigo
en el camino de los espinos y las pitas.
Un día más
con el milagro sonriendo a la muerte
que sobrevive
al latir de su inexplicable meta.
Un día más que cae, consumido,
en su giro cósmico alrededor de Sirio.
Es el tiempo de Acuario
y como seres de agua
nada hemos opuesto a su rutina.
Pero alguien vive aún:
puesto en nosotros el falso espejo
del pasado, alguien vive
en su cerco de fatiga
que ya no espera.
Alguien, sí, pero
que nadie se atreva a decir aquí,
que nadie alce su voz buscando una señal,
que nadie,
pero que tú me sonrías
como jamás, ni nunca, nadie supo.


enero 15, 2006

lunes, enero 09, 2006

La música de tu cuerpo




Cuando te leo
sólo existe la música.
Este mundo es sólo instrumento vano
cuando te leo,
notas que aún no han sido
y que no pueden ser.

Yo no sé quién calla cuando te leo,
quién me convoca encendiendo su luz,
desde qué no-ser retorno a abrirte
para cerrarte y abrirte y cerrarte
una y otra vez, en el monte frío
de esta noche azulada de cometas.

Nada es verdad,
nada puede serlo cuando te leo,
salvo el sonido justo,
salvo el sonido exacto,
salvo la música,
la música imposible de tu cuerpo.

enero 9, 2006

jueves, enero 05, 2006

Deseo



En tanto yo escucho acordes
de viola y cielo,
tú siembras una llama vertical
untada de escombros inocentes.

Y fuese lluvia de árboles en celo
el suave quebranto de cerros fugitivos
sobre el manso discurrir de tus bebidas.
Y fuese llanto indeciso tu rostro aún
plegado de luego en el nosotros.

Pero yo vivo en otra muerte,
en otra serenidad quieta de puro fulgor:
saber que no conoceré otro silencio
más afligido
que el dolor de tu casa cerrada
de par en par.



enero 5, 2006

lunes, enero 02, 2006

Ha venido el viento

Ha venido el viento,
un viento de tarde,
un viento ileso
de patrias ocultas y mecedoras.
Macerando arcos de infierno y luto
sobre las terrazas abandonadas,
alejando de nuestro lado un rastro
de hojas indecisas, renovando
el acre color a banderas en soledad,
ha llegado el viento.

A lo largo del viejo cauce
los vestidos, picantes, se agitan:
ha venido un viento insomne, un aire
de granito
golpeando nuestros rostros de adobe.

¿A dónde nos convoca este viento?

Sobre la tierra seca la luz se ha sometido
y el espacio ha derramado un vaso sin fondo.
Límpida de espanto, Selene colecta su herencia.

Signo de lo que no vendrá, ni echará raíces
en esta tierra, todo cuanto sé, este viento
parece querer llevárselo.

Ha pasado el viento,
—¿será acaso tu mirada la mía?—
un viento que ha construido en nosotros su necrópolis.
En el cielo inmóvil pían los osos.

diciembre 31, 2005