sábado, noviembre 06, 2010

Cuando quiero saber de mí te escribo


Detrás de la montaña hay una cordillera
y tras la cordillera
un oficio difunto despojado de arcanos,
ese oficio que es ella conmigo encarcelada,
el rastro por venir que no cesa de herirnos.

Es ella con el frío, es el trofeo
del invierno y los hilos que vuelven
a su sitio de origen.

Ha de ser así, no como quisimos,
ya no quedan deseos
y yo debo salvar los dientes de la noche.

De ese aire preso, de esa infancia,
de ese orden de muros y susurros
hay tanto de nosotros como de la locura.

Sucede que nos hemos vuelto huraños,
que son escarchas las alternativas
y aún son los cincuenta.

Te juro que no hay soberbia tras estos escombros,
que tan sólo quiero saber de mí, ahora que
los que nos dieron la vida partieron.


noviembre 6, 2010