martes, diciembre 27, 2005

Mirada invernal

Valencia, con traje de lana,
doblando una luz perenne
sobre un rastro de partituras. Valencia,
en la Gran Vía del Marqués del Turia,
donde los estorninos vuelan el aire de los ficus
como un banco de peces
por encima de las gentes y sus tráficos.

Esas casas andamiadas,
el jardín, el arce, el camino,
las tardes de oficina:
estatuas que viven sólo
a la hora de los basureros,
palabras que no saben decir
lo que cabe en estas manos.

En esta ciudad yo soy ahora
una mirada exangüe,
un título honorífico
incapaz de llenar un plato.
Yo soy ahora, en Valencia, aquel exilio,
los despojos de un atropello
que nadie se atreve a retirar.

Avanza descalzo el incendio
por las aceras, y es invierno
y esto es Valencia, y su luna
cavando el color de una sombra
a paladas de víspera.


diciembre 24 y 26, 2005

lunes, diciembre 12, 2005

Respirar, sencillamente



Todos esos pensamientos
sobre lugares remotos;
todas esas mujeres
demasiado parecidas
a lo que siempre habías imaginado;
ese impulso, aquella locura
cercana a la perfección;
el escalofrío de la pena
por saberse distante
del mejor camino para surcar la lluvia;
lo que significan dos tazas de café
sobre la mesa de una cocina;
algo que jamás podría suceder,
como el desenmascaramiento
de la absurda mecánica celeste;
todos esos cuerpos lejanos
plenos de caricias;
esa expresión de asombro
en el continuo estar marchándonos, aunque
sigan conmoviéndonos algunos pensamientos
que asemejamos a revelaciones:

desairados —más o menos,
no pretendo exagerar la nota—
aceptamos lo que la corriente, monótona,
va deparándonos. Y frente a ese discurrir:
respirar, respirar sencillamente,
dejando que el azar siga su curso.
Hay ocasiones en las que yo mismo
incluso me lo creo.


diciembre 12, 2005