miércoles, septiembre 28, 2005

Tritones en las paredes

Ochenta generaciones nos separan
hasta este inevitable coche fúnebre
en tránsito continuo, tenaz e impaciente,
empeñado en transportarnos. (Y. M.)

Tú y yo hemos conjurado el tiempo,
como bardos eremitas que atesoran una cosecha de días.
Un día más.No sabemos para qué ni hacia dónde,
pero como en una liturgia privada ineludible,
cada noche archivamos su legado.

Y como hambrientos buscamos el reposo
en la luz sin vallas de una estación terminal,
pensando que aún es posible hacer de la historia
una cuartilla en blanco fluyendo en la corriente.

Soy la cosecha gris que quiso el viento —dijiste—
y tú mi permanente olvido.

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