Tenía la arena las ventanas de piel,
la ciudad prometida dentro.
Parían olas exhaustas, rumor
afligido en la órbita del aire.
En círculos goteaba tu aliento
dibujando un surco dormido,
crujido que teje la caja
de imágenes vencidas,
uñas de viento en el azul exacto
donde la escena se derrama.
Escándalo hecho espuma,
pasto en tu rostro que ahoga y expande
la simétrica noche
y enhebra tu cintura vertical
sobre las indecisiones de un cisne
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