
El tiempo se esfuma como un cigarro
ultraligero: al galope.
Se nos acaba, y no hay nostalgia
de alcobas o violines indolentes,
sólo cadáveres y armas ilesas.
Y vamos en desbandada, sin rumbo,
preguntando en idiomas imposibles.
Vivimos de prestado
—dijiste—, sin casa y sin luz,
esclavos de un tiempo a espaldas del cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario