viernes, enero 05, 2007

Pero te espera



He inventado unas lágrimas
—enlazadas como fichas de dominó—
para celebrar la hermosura del otro lado;
he escuchado al predicador labrando
su silencio de frontera; he medido
con la precisión de un cartógrafo medieval
el abismo metálico del dinero en la palabra;
he sentido —sé que he sentido— inmóvil,
íntimamente, cada instante contigo
y todos ellos —incalculables—
fueron en soledad.
Aún soy el hombre que persigue
la luz de los tinglados de otros puertos
y una playa remota al abrigo de las corrientes,
el hombre —invencible como un muerto—
que escucha, que sólo escucha,
el transcurrir de las horas.
Pero el tiempo exige su servidumbre
y ya no quedan más palabras,
así que ya no importa si estás ahí
o si todo sucede por última vez
y no nos volvemos a encontrar,
porque —dime—
qué se puede hacer con un poema;
qué puede edificarse
describiendo el desfile de la luna
o la dulce melodía de un recuerdo;
qué con el eco del agua en el aire
o con el desconcierto
de quien no sabe nada de ti
pero te espera.


enero 4, 2007

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