domingo, abril 22, 2007

Pequeñas cosas

La memoria imaginaria adueñándose
de nuestra casa,
un reino de oro oculto
entre brasas que ya no nos calientan,
unas pocas lecturas y algunos recuerdos
que no sucedieron —el cazador nómada
que nunca fuiste, o las notas de un piano
inexistente, acompañando al tintineo
del silencio—. Así es la tarde a veces.
Pequeñas cosas para mantenerte atrapado.
Poco importa entonces el transcurrir del tiempo,
las horas navegando entre sargazos,
vida y muerte, la caída del imperio
o las sílfides de mil y una noches.
En la fatiga de otro crepúsculo a sotavento
uno se encuentra entre luces y limos
y tráficos que nunca nos llevan,
y otras veces en un viejo cine de colegio,
con butacas de madera plegables
y películas de amor y aventuras.
De lo que significa habitar este cuerpo
nada más nos cabe esperar. Si acaso
esa sensación del que regresa
y extraña el lugar, como le parece extraño
todo lo que algún día
la insolencia del que no sabe
le hizo creer que era suyo.


abril 21 y 22, 2007

No hay comentarios: