viernes, octubre 28, 2005

Las luces del frío



Hacía más frío entonces,
en los meses de la luz gastada, cuando
el inexplicable vértigo de encontrarte.
Eran mayores las distancias
en ese recorrido a la aventura de calles cercanas
o de los viajes interminables, de las
excursiones exóticas a aquellos montes
—recuerdo que nos dijeron que lejos
un mal aire podía dejarnos hemipléjicos— Y yo
era rumor de pasos acercándome,
disfrutándolo, sin saberlo escaso.
Cuando esclavizábamos el futuro.

Suspende la luz los mimbres ciegos del día
entre cantos de letras rojas, ojos de velas
y polvo antiguo. Queda ahora
la sensación de que nada
fue tan triste como haber fijado
un límite cercano. Pero dime,
¿qué te aporta la poesía? ¿qué sacas
de esa estúpida combinación de sílabas
que ahora compones sin gracia y sin rima?
Despertar sin saber de dónde. Preguntar,
como una señal de tráfico acribillada
entre la herrumbre de un coto de caza,
a dónde fue ese frío de entonces.

No hay comentarios: