viernes, octubre 28, 2005

Palabras en tu diccionario

Ese verano
—el de los bolsillos vacíos y las pupilas llenas—
como a conejos de prestidigitador
el autobús nos trasladaba en media hora
al vuelo de las libélulas,
a las dunas de dientes de dragón
y al potro de tortura
con rastros salinos de tu corola.

Ese verano
—el del refugio infinito y el vaso
siempre apurado—
entre sones e indefensas espadas,
fui verdugo fugaz de aristas,
fauno de tu aritmética mística,
esponja tintada de azul
que buscaba un hueco en la sombra de entonces.

Ese verano la vida sumaba
y se desconocía.

Esos veranos, aquellos tiempos,
siempre nos parecieron mejores –la memoria
se hace olvidadiza con los excrementos de vaca
que minan los verdes prados–.
Hoy, cuando el tiempo no ceja
en levantar su casa entre las ruinas de la memoria,
en esta tarde absurda en la que me pregunto
el sentido de estos versos, nada de lo que diga
puede significar más que un golpe de aliento
sobre el viento helado. Hoy, cuando me pregunto
por qué sigo escudriñando el momento
en el que se cubrieron aquellos cielos,
sueño palabras no recogidas en tu diccionario.

No hay comentarios: