viernes, octubre 28, 2005

Grúas vagamundas

Me acechan las grúas de Valencia,
su presencia callada de vigilia,
su torpe rigidez que quiebra el horizonte
y esa esencia de atalaya transitoria.
Y me sonríen,
mientras sus perfiles de industria antigua
me relatan historias sobre amaneceres porteños
y cargas que nunca llegan a su destino.
Entonces soy una estatua más
que aterriza en esa selva anunciada,
en este amanecer de Valencia
en el que me construyo un amor a la carta
e intuyo lo que sería acercarme,
como un repartidor suicida que se escapa
y llama a tu puerta en un agosto navideño,
en ese agosto austral imposible que te refleja.

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