Te recordaré siempre
vestida con
aquel pantalón blanco
tan alto de
cintura. Tu delgadez extrema,
tu inocente
fragilidad en la barra de aquel bar
que tanto
frecuentábamos, la copa ancha, y tú
—chin-chin y una exultante sonrisa—
—chin-chin y una exultante sonrisa—
bebiendo
a pequeños sorbos
aquel cava
barato.
Más tarde —¿lo recuerdas?—
Más tarde —¿lo recuerdas?—
me
confesaste que no te gustaban
ni el
alcohol ni las burbujas.
No sé qué
fue de aquellos pantalones
ni de aquellos
lugares. Todos ellos
desaparecieron.
Como nosotros.
Hablo del humo que fue brasa
y antes invierno,
hablo de secretos aprendidos
y más tarde olvidados.
Nadie nos llorará.
Nadie sabe
de la ciega
presencia de los muertos
que caminan sus
últimos recodos
entre dilemas
y esquelas sin nombre.
Recuerdo los dibujos de los pájaros en el aire,
recuerdo que rompí las cartas aromáticas
recuerdo que rompí las cartas aromáticas
aunque sigan aquí, sin evasión posible,
sin tiempo
ni edad que declarar.
No queda
más recurso que olvidar el combate,
pero qué raro este viento tan conocido,
pero qué raro este viento tan conocido,
qué raro
estar aquí. Estar aquí
recordando unos
pantalones Chaplin,
tu cintura
adolescente
y el color
dorado y níveo
de aquel
cava barato.
No es casualidad que con la lluvia
las ilusiones perdidas y aquellas cartas florezcan.Historias de cualquiera en cualquier tiempo,
cartas sin
destinatario conocido ni remite.
P.D. Si no
me escribes no me importará.
mayo 31, 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario