miércoles, agosto 09, 2006

Con bayoneta

Pongamos que es agosto, que es agosto
y no tienes que ir a ninguna cita
de números o de secretaria,
supongamos que entonces aprovechas
—en realidad te comprometiste—
para hacerte cargo —sólo unos días—
de tus mayores.
Pongamos que te mira fijamente,
que ella te mira
y sabe quién eres, y sabe quién
no eres. Y entonces,
como si un fusil de repetición,
te pregunta si acaso tú supieras
qué fue de aquel hijo, su hijo menor
que tanto le iluminó aquellos años,
ese hijo que hoy en su mente no eres tú.
Pongamos que tienes que recoger
—no hay más remedio—
las bragas húmedas y las compresas
desplomadas al lado del bidé
e intentas el imposible de obviar el hedor,
el imposible de limpiar con el fregasuelos
y la lejía
esa pregunta que su mente lúcida
te dejó clavada con bayoneta.


agosto 9, 2006

4 comentarios:

Verónica Cento dijo...

Enrique:

He andado pispeando un poco por tu blog compañero. ¿todo bien? te he leído buenos trabajos. me dio mucho gusto saber que tu poesía va tan bien.

Un abrazo

Verito

Iris dijo...

te leí en poesíapura, desde allí curiosa llegué hasta aquí, aquí enmudecí, un nudo en la garganta, deseos de alguna vez, aunque fuera por un sólo momento, poder expresarme así

un abrazo

Iris dijo...

te leí en poesíapura, desde allí curiosa llegué hasta aquí, aquí enmudecí, un nudo en la garganta, deseos de alguna vez, aunque fuera por un sólo momento, poder expresarme así

un abrazo

enrique sanmol dijo...

Muchas gracias Vero e Iris (realmente tu comentario hace enrojecer, Iris) por visitarme y dejarme vuestros comentarios.

Un cordial saludo.