
Yo no soy el que, terco y minucioso,
va componiendo un rastro de papeles
y tintas de derrota.
Es otro
el que cada día sobrevive a los combates
lamiendo con palabras sus heridas.
Otro el que escribe y cae
y continúa en pie.
Mis versos, sin tapas pero con fechas
y remiendos, están hechos de lluvia
y en ella terminarán diluyéndose
tras la falta de pago de un portal
o el ataque de un pirata informático.
Regresarán entonces, sin remedio, al vacío
del que surgieron.
Pero quizás sea mejor así,
quizás sea mejor
dejar de convocar a estos fantasmas;
quizás sea mejor
abandonar esta búsqueda absurda
de antigüedades de caligrafía,
esta búsqueda ilógica en la que otro,
sin saberlo, va dejando la vida.
febrero 6, 2006
1 comentario:
Eres muy amable, Diana. Muchas gracias y un cordial saludo.
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