Bolsa de
plástico al albor del viento
escribiendo piruetas
hasta caer sobre
sí misma,
el viento
pronuncia un idioma
testamentario
que no
entiende nuestras palabras
y nos arrastra
sin piedad.
He estado
aquí ya demasiadas veces
aparentando saber
de los arcanos,
calcando lo
que una vez fue susurro
momentos
antes del vacío.
Queda la
mano, la materia, no el gesto,
la oscura
materia que nos distingue,
el latido de
un paisaje trenzado
de palabras
enterradas con gritos,
como un
refugio sin paredes.
Queda la mano.
Queda la mano.
Nada más
sabremos ya de nosotros,
de esa forma
tan vana de escapar
de esa
insistente lluvia de sonidos
que
amarillean.
Calculas ahora un decimal más
de la ecuación
que te encargaron resolver.Fichas perdidas en un laberinto,
impunemente
seguimos aquí.
marzo 20, 2016
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