
Donde las cinturas trazan
una espesura derramada
y la infelicidad,
como cuello frente al hacha de paz,
espera y entiende, sin importar qué.
Más:
si, tristes, dos labios contra dos labios
—galopes al aire— abren un campo
de caracoles veloces
y memoria
donde el jardín y la luz siempre, siempre.
Aún más:
si anegarse inmenso de ojos y silencio
y escucharse azul, grito ahogado
corazón horizonte aire noche
y la respuesta brujo recién nacido
en un salón de lucernas
dichoso como un vals
cuando el instante arranca.
Aún más:
horizonte ancho e implacable viento,
extremo que nos navega
donde los siglos desbordan
senderos concéntricos, caricias
líquenes radiantes y los pájaros
y de mi fondo tu fondo
abandonados.
Aún más, todavía más:
donde estallan, obscenas, las aves
gritando: partamos.
enero 17, 2006
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