viernes, septiembre 29, 2006

Sueño febril

Acechan con certeza —tibios y derrumbados—
los días escritos. Acecha aquella mujer
—cópula incansable—
que toma sus armas y elige,
tan largo como fue el descubrimiento.
Aquella mujer que te escala y se vierte,
derramándose siempre entre niños
que ahora son tú. Inmensamente tú
—identidad de laberinto,
apenas repetición de lo no nombrado—.
O tal vez sea nunca. Decías
que era ya para nunca. Decías algo así
como lágrimas buscando unos ojos.
Decías una sucesión de lluvias
enteramente secas. Límites
donde te juro que no hay final.

septiembre 29, 2006

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