lunes, mayo 08, 2006

Para que no me recuerdes

Estabas durmiendo
en la ignorancia más luminosa.
Bajo una calma sin principios
enmendabas ancestrales liturgias.
Estabas resquebrajándote
en otra pérdida,
trazando mapas sin tesoro
contra el inevitable legado del futuro.
Antes de emprender esta travesía
de extinción lenta
negabas todo nombre.
Estabas agotando
—como cada día— tus últimas dosis
alargando una sombra sobre la razón,
pero la razón —siempre lo supiste—
era un caballo sin rumbo y sin amo.


mayo 7, 2006

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