sábado, noviembre 28, 2020

Profundizar en el mundo

Cuando los días corren
abandonados a su suerte
de número trece y algodón
sólo se me ocurre dejarme llevar
y escribir como si no hubiera tregua,
como si sólo existiera la posibilidad
de mendigar un poco de luz
o una pizca de revelación:
cuando no vivo escribo.
 
Encontrarse entonces
entre dioses que crujen a cadalso
como puertas atrancadas
y seres que profetizan la muerte,
sigilosos, anticipándose a la noche
y a su sabor de óxido y lamento omitido.
Encontrar también pájaros,
pájaros azules, pájaros adverbios,
pájaros calificativos
en su llamada terca
tras el gran incendio del orbe.
 
Hacernos verbo después,
y en esa tesitura
ofrendar el agua seminal a la inocencia,
cantar la avidez del temblor,
maldecir la desdicha
del saberse a destiempo y tarde,
del saberse vida de vida ajena,
tachadura de tachadura,
palpitación que llama a un viento
que no vendrá
y ser consciente de ello:
cuando vivo no escribo.

 

noviembre, 2020


2 comentarios:

Manuel Ballester dijo...

Que buen, que buen, que buen poema.
Cómo me agrada esta forma de decir.
Blog de mucha y buena poesía.
Y tanta escorrentía circulando por ahí.

Un abrazo.

enrique sanmol dijo...

Perdona Manuel, no había leído tu comentario hasta ahora... la verdad es que últimamente no estoy acostumbrado a que por aquí haya comentarios.

Te agradezco mucho tu paso y me alegro también mucho de que te gustara mi forma de decir.

Un abrazo.