martes, diciembre 20, 2016

Rendidos al dios de ningún lugar


Tal vez ahora nos toque escalar,
o tal vez sea el momento de emboscarnos,
dejar que el tiempo nos consuma,
volver a recordar la infancia
—el lugar de tanto y tan poco
para tratar de morir más de frente.

Todo pudo ser otro credo,
otra biblia en otra liturgia
menos oscura y suntuosa, tal vez.

Sobre los escombros de este amor
desfondado, podrá alzarse el residuo,
la sombra cierta,
el ser en su plenitud más ausente.

Desde el naufragio de estos versos
escritos en esta noche de trenes,
abandonados en la orilla,
desesperadamente
alzamos nuestros brazos,
rendidos al dios de ningún lugar
alzamos nuestros brazos, y avanzamos
hacia una sombra.



noviembre, 2016

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