miércoles, diciembre 03, 2008

Cosas que no hacer en Valencia cuando estás vivo

Igual que un suicida persiguiendo su luz falsa
has perpetrado
el último hálito del deseo
para encontrar el agua de las manos resecas
al término de ti.

Hoy has saboreado el final de dos voces,
dos almas que no saben ni preguntan
pero que repiten una y otra vez
los mismos gestos, los mismos designios,
las mismas profecías.

Después serán preguntas de alquiler,
ese no sabernos si no es en otro
hasta que a ciegas tentamos otra soledad
para abrasarnos un instante incierto.

Más tarde —más lejos— será el cansancio,
el veneno cierto del que se escucha
en una caracola
igual que se huye de uno mismo
tras cualquier lluvia.

Más tarde, después, hoy, igual.
El tiempo abre y cierra su negocio
abandonándonos
como equipajes extraviados
en la consigna de una estación de tren
entre objetos perdidos que nadie echa de menos.


noviembre 30, 2008

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