jueves, abril 06, 2006

Día quinto

Abril dos mil seis, día quinto.
Nada existe
salvo tus cárceles
y la protesta ilegible que a golpes
va deletreando el pozo y su tinta
apolillada.
Tiempo inocente para una sed antigua
—cadenas y píldoras y niños
empujando hacia territorios quemados—,
tiempo anticuado de manuscritos interruptus
esparciendo su conciencia en el sol naciente
y su música vegetal.
Día quinto, abril dos mil seis,
bajo un cielo adorablemente tísico:
lugares como fantasmas que dicen adiós
y quizá estén diciendo
(quizá siempre me hayan dicho)
otras cosas que nunca entendí.
Un indicio más,
como una fotografía sin recuerdos
entre cosas y luchas que ya no conozco
en esta cacería incomprensible y minuciosa
de habitaciones lentísimas
porque nos supimos cuerpo y verbo.
El acompañamiento, por favor,
de viento, percusión y cuerda.


abril 5, 2006

No hay comentarios: