Camina lentamente,
recorre un
tiempo inmóvil y del que
nada espera. Arrastra unos
pesados bultos y una mirada
ausente.
La orfandad
fatiga sus hombros
como el peso de un abrigo mojado. El frío no
es sólo la intemperie de la piel,
es el vacío de no ser de ningún lugar,
de mirar atrás y sólo descubrir escombros. Camina desorientado,
sin rumbo, como un
pájaro herido
que ya no recuerda el camino a casa.
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