(It is hard to love a man like you - Jason Molina)
Acabo de
colgar.
Anoche no me atreví a contestar tu llamada
y esta tarde, al fin, con el sol ya casi vencido,
he vuelto a hablar contigo, a escuchar tu voz
—ahora torpe y trastabillada— repitiéndome
una y otra vez las mismas palabras.
Acabo de
colgar,
te he escuchado
casi en silencio
y me he
quedado entristecido,
entristecido y solo
frente a las brasas del poniente
recordando
tu antigua lucidez;
tu sonrisa
irónica bajo esa nariz de judío errante
que te atribuimos entre risas;
entristecido y solo recordando
aquella
alegría de los años de facultad
cuando
rivalizábamos por las mejores calificaciones,
cuando perseguías
bellezas fantasmas
como aquella
compañera (¿te acuerdas?
“viva la
empresa” la llamabas.
Nunca supiste bajar el
listón y eso te condenó,
muy probablemente,
a la mercenaria compañía).
Fueron demasiados reveses:
la crisis y el
trabajo perdido,
el paro —el interminable paro—,
la oposición
a la que nunca te presentaste,
el traicionero bálsamo
del alcohol,
el cuidado
de tu madre,
la salud cada
vez más deteriorada.
Y
ahora,
recordando tus
años de mayor gloria,
me dices que
te has matriculado en ingeniería
—como lo hicieron tu padre y tu abuelo—
y a ello, al
parecer, te entregas con todo.
Acabo de
colgarte
y me he
quedado entristecido:
después de
tanta vida juntos
es tremendo oírte decir adiós,
tan tremendo como verme a mí
—al cobarde de mí—
forzando
la despedida.
enero 25, 2021
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