En los cuatro años de mi nieto
¿Me dejas el móvil iaio?
Cuántos números hallaremos,
cuántas temperaturas más de lugares extraños,
de ciudades de impronunciables nombres
en grados Celsius y Fahrenheit.
Tántas cosas que no podemos medir,
pero qué sencillo poner unas letras,
construir un nombre,
encontrar un lugar desconocido
en otro continente, en otro hemisferio
y reflejarlo en unas cuantas cifras:
una temperatura y un uso horario.
Busquemos ahora —me dices—
donde haga mucho frío.
Ya has sabido de las zonas
más boreales y las más australes,
conoces la Antártida, Groenlandia
y Alaska, hemos buscado en el mapa
la parte más meridional de América:
la Tierra del Fuego, y has escrito en el teclado
—ya con habilidad— Punta Arenas,
donde la primavera ahora da comienzo.
¿Cómo explicártelo? ¿Cómo enseñarte
los misterios de esta esfera achatada
que nos habita, su rotación y su traslación
alrededor de una estrella cegadora?
Ahora donde haga mucho calor.
Y navegamos por los desiertos de Arabia
y por el alto Nilo de Egipto
y descubrimos la Provincia de Qina, Abu-Dabi,
Asuán y Doha por encima de los 40℃
y tú guardas en la pantalla la más alta (ahora es Qina)
y la más baja (siempre la Antártida),
y sigues buscando y encontrando
sorprendido y maravillado,
y a cada momento: ¿iaio, sabes
qué?
en Groenlandia ahora hace 29℃ bajo cero.
Y yo repito contigo lugares y temperaturas
sin poder creer tanta luz,
tanto cielo encendido en tu mirada.
Tal vez en uno de esos lugares, hallaremos
la salida de este laberinto, de este albergue
que acompaña nuestro tránsito,
nuestro deambular sobre esta maravilla
que tú ahora comienzas a atisbar.
octubre 8, 2020