Cuando recuerdes aquellas palabras
y necesites aire entre cajones
y me busques
con hambre de pasado
entre los
muertos de la noche,
como cuando
el misterio sujetaba el futuro,
e inútilmente rebusques
(conjurado
el destino, invitada la sombra)
entre vacíos
y costumbres
antiguas.
Será
seguramente entonces,
con el escenario perfecto
de un cielo
sin rutinas, ni domingos
dudosos. La
realidad
será similar
al nombre de un guiño
y al verso de
una corbata perdida
en el ropero.
Aquellas
palabras del frío
que todavía
quieren invocarnos
traerán una redención absurda,
la presencia
oculta en la almohada
de un rastro
que no existe,
las horas
detenidas de un reloj nocturno,
un
silencioso gato que salta y atrapa su presa.
Y tú espectador
y tú presa
indiferente.
febrero 26, 2014
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