miércoles, febrero 26, 2014

Que tú y yo no sepamos existirnos.


Cuando recuerdes aquellas palabras
y necesites aire entre cajones
y me busques con hambre de pasado
entre los muertos de la noche,
como cuando el misterio sujetaba el futuro,
e inútilmente rebusques
(conjurado el destino, invitada la sombra)
entre vacíos
y costumbres antiguas.

Será seguramente entonces,
con el escenario perfecto
de un cielo sin rutinas, ni domingos
dudosos. La realidad
será similar al nombre de un guiño
y al verso de una corbata perdida
en el ropero.

Aquellas palabras del frío
que todavía quieren invocarnos
traerán una redención absurda,
la presencia oculta en la almohada
de un rastro que no existe,
las horas detenidas de un reloj nocturno,
un silencioso gato que salta y atrapa su presa.

Y tú espectador
                              y tú presa
                                                    indiferente.


febrero 26, 2014

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