Habrá una manera de decir,
dejar de lado la revelación
y el culto insano y agrio a la palabra;
desbordar el garabato obsesivo
que nunca nos nombra, pero que, terco,
fija una herida de tiempo y memoria.
A pesar de saberlo innecesario,
con la impertinencia del que se cree
portador de razones todavía,
habremos de romper esta mudez
y rescatar nuestras armas intactas
en este orden de arcanos y puertas
anónimas.
A pesar del absurdo de seguir intentándolo,
habrá una manera al fin de decir,
de decir donde nadie nunca nada.
enero 12, 2009
jueves, enero 15, 2009
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