martes, marzo 07, 2006

Ni un indicio


Todo lo que he vivido,
todo lo vivido
por aquéllos que me precedieron,
me ha llevado hasta aquí.
Cientos y cientos
de cargas genéticas combinadas
—generación tras generación—
para llegar al desamparo de las palabras
que ahora vuelco en este papel.
Tortuoso y estéril itinerario
hasta llegar a esta hora precisa
en la que todos los vislumbres,
cerrando el círculo de lo desconocido,
me conducen hacia un futuro cierto
de eslabón hacia ninguna parte.
No existe aquí olvido del ser.
No existe aquí
pavor alguno frente a la infinidad.
No me restan ya
guerras que redimir en esta tierra.
Pero aquí continúo,
en la sinrazón del estar vivo,
sin saber
después de qué muerte existe otra vida,
intuyendo
que todos los números son el número
y todas las bestias una.
Sabiéndome solo,
llegado al absurdo de conocerme portador
de un germen primigenio. Solo
—despiadadamente solo—
escribo porque no puedo evitarlo.

En la larga y blanca noche
ni un indicio de ti.


marzo 7, 2006

No hay comentarios: