Una vez fui
un personaje
de ficción,
ahora me
empeño en ser quien lo escribe,
quien no
reconoce al personaje,
quien busca
en los armarios una prenda
para
terminar encontrándola
pequeña y
extraña
pasada de
moda y de talla.
Una vez
fuimos otros.
A todas
horas, como dioses,
mirábamos
los bosques y las nubes
de las
palabras
como si
fuésemos algo intangible,
como si
nuestra mente anochecida
pudiese
dejar un rastro en la arena.
Hace más de
veinticinco mil años
quinientas
generaciones vivieron
en la cueva
de Parpalló,
en los
montes cercanos a Gandía.
Allí dejaron
a los arqueólogos
un rastro
esculpido en seis mil tablillas
y unos
grabados en la roca.
El paso de
tantas generaciones
en unos
pocos metros de estratos.
Y en el
estrato superior,
un manto
cubriéndolo todo:
excrementos
de cabras.
Qué metáfora
más insuperable
–tan escueta
como lacónica–
de nuestro
tránsito,
de la
terquedad de nuestra ficción
pequeña y extraña y pasada de moda.
pequeña y extraña y pasada de moda.
marzo 24, 2019
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